Kiki Millán y los niños con discapacidades
En este mundo caótico, lleno de hipocresías, falsedades y totalmente deshumanizado, es común que los humanos caigamos en desesperanza ante tantas cosas malas que nos van pasando en lo particular y como parte de la humanidad.
Y hoy fue, para mí, un día de esos en que empecé a caer en la desesperación y la angustia, y es que paseando por las calles de Mazatlán, vi montones de basura, no que dejaban los carros recolectores, sino la gente que no tienen la mínima conciencia sobre lo perjudicial que es para todos, incluyendo a estos irresponsables que la dejan incluso un día antes que pase el carro recolector.
Avenidas hasta el tope de basura que, repito, la gente deja ahí, vi también jóvenes drogándose sin recato y cuidado alguno en plena calle o en sus casas, arriesgando su valiosa juventud y vida ante esa porquería de las drogas, vendedores de droga vendiendo libremente la mugre esa y gente abriendo puertas en las tiendas de conveniencia, ciegos o discapacitados explotados para que pidan limosna y muchas cosas desagradables más,
Triste reflexioné: de nada nos sirvió haber experimentado la peor pandemia que haya vivido la humanidad. No aprendimos nada, pese a que logramos sobrevivir y que atrás quedaron muchos familiares y amigos. No, nada de eso nos sirvió.
Así, con mucha tristeza a cuestas me llegó la tarde y, un ahora bendito descuido, hizo que saliera en la tarde a comprar unas medicinas, y una vez compradas estas, una invitación a ver el atardecer en Olas Altas me sacó un poco de la tristeza en que andaba.
Y esperando que el sol cayera en el inmenso mar volví a reflexionar: tan hermosa que es la vida y las maravillas que nos regala la naturaleza y nosotros tan tontos que desperdiciamos nuestra vida en preocuparnos por todo, otros en drogarse y otros más en ser malos. De verdad que manera tan estúpida tenemos de desperdiciar la hermosa vida.
En eso estaba cuando vi que llegaron unas señoras con unos perros y unos niños. De pronto no aprecié bien el cuadro completo. Pero luego me di cuenta que los niños tenían ciertas problemáticas de salud.
Una persona dirigía al grupo y en un momento dado le pregunte: “¿Disculpe, qué es lo que hacen?…»
La respuesta encuéntrenla en el vídeo que le grabamos a Kiki DOG Walking y a él y a todo el grupo les doy las gracias porque me hicieron reflexionar y volver a creer en los humanos y en lo hermoso que es ver que esos niños, a través de una terapia con perros, luchan por alcanzar metas más grandes….
En verdad Kiki, que hermosa labor…