El Quelite sigue siendo a nivel nacional e internacional un ejemplo a seguir en lo que a turismo rural se refiere, y de los favoritos a visitar tanto por turistas como locales.
Y es que este bonito poblado tiene todo para enamorar a quienes lo visitan, y no es gratuito, su gente ha hecho esto posible, sobre todo, un personaje muy importante que es quien con gran visión ha transformado un pueblito típico de este municipio, en un sitio turístico muy exitoso;
El es el Dr. Marcos Osuna, de profesión médico, pero su pasión es El Quelite, pueblo que lo vio nacer, y al que después de concluir sus estudios médicos en Guadalajara, regresa y se queda ahí, para entregarse en cuerpo y alma a su lugar de origen, a su hogar, y dar lo mejor de el para su comunidad.
Nuestro encuentro con Marcos Osuna
Conocimos al dr. Marcos hace muchos años, creo que a inicios de este nuevo siglo, recuerdo haber ido al restaurant por recomendación de Nacho Zepeda, entonces Coordinador de Turismo del estado, quien en ese entonces, nos dijo: “Les recomiendo vayan a El Quelite y visiten un típico restaurant que se llama El Mesón de los Lauréanos, este se encuentra en una casona, la cual su patio fue acondicionado como restaurante, vayan, conózcanlo, sé que les va a gustar, entrevisten al Dr. Marcos, su propietario, así lo hicimos, sin imaginar que volveríamos una y otra vez y de esas visitas nacería una sincera amistad que perdura hasta hoy en día, al Dr. Lo consideramos nuestro amigo y lo apreciamos mucho, el corresponde a nuestra amistad a su modo, haciéndonos bromas, invitándonos a comer, y compartiendo la mesa con nosotros en nuestra visita al restaurant.
El Quelite
El Quelite, se ha desarrollado bastante, a iniciativa de este inquieto y gran personaje, que con amor y pasión ha gestionado para que las cosas sucedan como suceden en este hermoso lugar.
Y qué decir de su restaurant, de cómo han ido creciendo los espacios, y cómo ha ido embelleciendo cada rincón, dejando, eso sí, su esencia, tal como la percibimos desde esa primer visita hace muchos años. Sus mascotas, sus árboles, sus plantas, las inquietas iguanas que recorren los frondosos árboles, los gallo y las gallina que pasan a saludar a los comensales.
La vida del pueblo se concentra ahí, cuando los pobladores surten los quesos, los tomates, los postres, las frutas, baste decir, que la mayoría de los productos con los que se prepara la deliciosa comida de El Mesón de los Lauréanos son Producidos por los mismos pobladores, pero además, los trabajadores de El Mesón de los Lauréanos son también originarios de El Quelite.
Marcos Osuna, ha sabido impulsar, el perdido en la actualidad, sentido colaborativo, es decir, inculca cada día a los habitantes del poblado y de las poblaciones aledañas que se benefician de las bondades del turismo, a trabajar por el bien común y lo hace dando el ejemplo: organizando dispensarios médicos, apoyos a las escuelas, al deporte, a las madres y los niños. Con ello ha logrado que los niños y, en general, los habitantes de toda esa región sean más felices y mejores personas.
Otra gran labor del dr. Osuna es que ha sabido trasmitir a los habitantes de El Quelite, el amor por su pueblo, les ha enseñado a cómo cuidarlo, cómo mantenerlo limpio, así la gente del pueblo se suma y contribuye a que el visitante desde que llega al entronque de la entrada reciba la impresión de que llegó a un lugar especial, en donde las flores le van indicando por el camino que va a un lugar de paz y armonía.
Lo mismo sucede en restaurante en donde la labor compartida de Marcos y sus trabajadores dan como resultado que quienes visitan El Mesón de los Lauréanos encuentran un lugar limpio, hermoso, lleno de vida, de gente que sabe que el turista debe de ser bien recibido, eso es parte del éxito de este bello poblado.
Lo que se ha ganado Marcos Osuna
Dijeran nuestros abuelos, “este hombre merece un monumento”, es una frase que se decía mucho , y con el tiempo se ha perdido, bueno hemos perdido tantas cosas, pero ese no es el tema, el tema es que verdaderamente el dr. Marcos merece que su pueblo le haga un reconocimiento, y que en compañía de sus amigos, de sus proveedores, le erigiéramos una estatua o monumento con su rostro, así como es él, esa cara inconfundible, con su sonrisa, con su picardía, con su carácter franco.
Los invito amigos a que se sumen y perpetuemos su imagen en un monumento.
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