Graciano Grande, el Carnaval nace en la calle
Mazatlán, Sinaloa, México a 30 de Enero de 2015.- Calle René Román Nº 166. Ampliación Federico Velarde. Aquí se realizan los carros alegóricos de Graciano Grande. A diferencia de otros constructores de las alegorías rodantes, el trabajo se hace a la vista de todos. Aquí realmente se arma la fiesta del pueblo.
Hace siete años, Graciano apoyaba al legendario Rigoberto “Rigo” Lewis en la creación de sus emblemáticas carrozas. Durante dos meses aprendió técnicas básicas para crear sus propias esculturas, y tres años después, el Licenciado Raúl Rico, Director del Instituto de Cultura de Mazatlán, le dio la oportunidad de participar en el evento más grande del Carnaval bajo sus propias ideas.
Desde hace cinco años, Graciano Grande se ha mantenido vigente en el desfile del Carnaval, y también en la creación del monigote de la “Quema del mal humor”. Y este trayecto le ha brindado dos grandes exigencias: mantenerse abierto a nuevas técnicas, e implementar un método de trabajo.
“Normalmente todos trabajamos con papel maché, hacemos una escultura de madera, de fierro, papel, cartón, corcho y de ahí parte uno para continuar realizando otras cosas. El año pasado yo pude adecuar lo que es la herrería. Yo no la utilizaba, mi base es la madera, pero no te da volumen ni altura. Con herrería se ven mejor y más vistosas las figuras. El año antepasado nuestro trabajo lo realizamos con telas, utilizamos telas de estampado de animales para forrar las piezas que nos tocaban, y hoy trabajamos un poquito con el papel maché y vamos a tratar lo que es el juego de luces por dentro de las piezas como lámpara, como reflejo”.
En esta labor, Graciano no cuenta con un equipo amplio, ni especializado. Familiares y amigos son los encargados de pegar la carne de cartón y de moldear las figuras de corcho y herrería.
“Ahorita mi equipo, el que me ha echado la mano para hacerlo, es una chava que se llama Paulina, una tía que se nos coló a pegar papel y ahí la tenemos trabajando, dice para “desaburrirse”, para tener algunas cosas que hacer; y una señora, Paola, que también nos está ayudando. Estoy trabajando con mis sobrinos, también me ayudan con la herrería, y a cortar papel y ahorita vamos a darle las decoraciones y las pinturas”.
Pero sin duda, lo que convierte al trabajo de Graciano Grande en algo fuera de lo común es el apoyo de sus vecinos de la Colonia “Lico” Velarde, que pasan por la calle, ven un inmenso venado de corcho, curiosean y se dan la oportunidad de hacer la labor de “colaboradores”
“Primero te dicen ‘esto está muy largo, este está muy corto, esto está mal pegado’ todo lo normal, pero al final les encanta el trabajo y regresan, ellos sienten que están dentro del trabajo. Me ha tocado mucho con los vecinos que me dicen ‘¿Por qué no haces esto?’… ¡Muy buena idea!, entonces jalamos esa idea, la plasmamos y cuando regresan dicen ‘ira, me hiciste caso’. Yo puse un letrero que dice ‘Los mirones son de palo’ porque mucha gente viene y te pregunta, y hay gente que viene y te quiere enseñar”.
Un trabajo enraizado al pueblo
En el Carnaval Internacional Mazatlán 2015, “Los sueños de Momo” verán cómo la imaginación, la entrega y el cariño de Graciano Grande y su equipo dan vida a dos alegorías inspiradas en cuentos de hadas y temas clásicos de la alegría carnavalera, arlequines y bufones.
Y lejos de sentirse incómodo con las limitaciones laborales que, a la larga, son una parte esencial de su estilo, Graciano sabe apreciar que cada creador de los carros alegóricos posee una función especial, y que en su conjunto buscan forjar una nueva etapa en la historia de los desfiles alegóricos.
“Es bueno tener un punto de diferencia ante todos los maestros, porque son buenos, son excelentes, los conozco a todos. Me gusta que la gente compare mi trabajo con los de ellos, ahí te dicen que tan bien vas, o que tan mal vas, ellos mismos te dicen ‘fíjate que a la gente fulana le gustó tu trabajo’. Ya ves que el año pasado nos dejó Rigoberto Lewis, deja un lugar, pero igual tratamos de llenarlo aunque es imposible, un lugar muy grande es complicado llenarlo, llegar a los niveles que él pudo; para mí lo más satisfactorio es que la gente te conozca”.
Haciendo una pausa en su camino. Graciano mira hacia atrás, reflexiona sobre sus motivaciones, objetivos y satisfacciones más profundas: trabajar como un hombre enraizado al pueblo Mazatlán.
“Cuando estás pequeño a uno le encanta ver los monos, y ver cómo las personas dedican su tiempo y su vida para expresar algo en cada uno de sus trabajos. Hoy en día a mí me ha tocado la oportunidad de poder realizar esto, algo sencillo y simple,y hacerlo un poquito complejo, y que la gente llegue y admire tu trabajo. No sé si sea plan con maña el trabajar en mi casa cada año. Pero la gente que pasa y voltea a ver y te pregunta y le gusta y trabaja en lo que tú haces, eso te da una satisfacción extra muy aparte de los pagos”.
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