El Fuerte 31 de Marzo/
Parte de nuestra historia
Se puede apreciar desde el malecón ahora que quitaron la Casa del Marino…
Así esperanzadamente lo escribimos a finales de 2023, cuando por fin derrumbaron el en ruinas edificio de la Casa del Marino y, con ello, le dieron vista a la hermosa edificación del Fuerte 31 de Marzo. Tristemente hoy la realidad nos golpea de nuevo, ya que una supuesta réplica de ese edificio derrumbado, la Casa del Marino, está siendo reconstruido en el que, también, supuestamente se albergará un museo. Lo cual no está del todo mal dada la falta de verdaderos museos en Mazatlán. Pero nos preguntamos: ¿Cuál es el afán de seguir tapando la vista del hermoso Malecón Mazatleco y de la hermosa edificación, como lo es el Fuerte 31 de Marzo? en verdad que no encontramos el sentido, aún con que nos quieran conformar prometiéndonos que ahí se construirá un museo, el cual bien pudieran haberlo habilitado en la Antigua Aduana de Mazatlán, misma que hoy en día ocupa la Secretaría de Hacienda y Crédito Público Federal, por cierto, conservada en poco menos que en ruinas.
Nos indigna el hecho que, siendo la edificación del Fuerte 31 de Marzo un monumento histórico por su antigüedad, aunque no porque sea testimonio de ninguna hazaña bélica. Sin embargo, es preciso señalar que fue construido en 1892 como símbolo de la defensa del puerto, en la batalla contra la Cordelière, ganada por los republicanos con más corazón que metralla, con una sola pieza de artillería de largo alcance emplazada en la playa norte.
También es importante remarcar que el cañón, con el cual se colma el carácter militar del sitio, no tiene nada que ver con el que sirvió para impedir el desembarco francés aquél sábado de Gloria (31 de marzo) de 1864.
Pero así es como valoramos nuestros espacios públicos e históricos, ¿cómo pues alcanzar niveles de excelencia…?.
Ahora vayamos a la historia de este hermoso recurso arquitectónico e histórico:
Siendo así como celebramos un aniversario más de su cosntrucción y, de paso; la battala en contra de la invasión francesa…
¡¡¡Si como destacamos la inversión economica, esa que presumen los oligarcas de millones de dólares, destacáramos nuestra historia… Otra historia estaríamos construyendo!!!
El 26 de Marzo de 1864, era miércoles de semana santa, “a las ocho de la mañana, corrió por la ciudad el rumor de que los franceses preparaban un ataque; la población se puso en movimiento; las señoras salían a la calle; los ciudadanos pacíficos se dirigían al dominante cerro de la Nevería; los soldados se concentraban en sus cuarteles”…: Ignacio Ramírez, el Nigromante
De acuerdo a muchos cronistas e historiadores, la batalla de Mazatlán contra los franceses, es equiparable a cualquiera de las más destacadas que en su momento se dieron en otras partes del país, como la de Puebla. Pero…
Y siendo congruentes con lo que decimos, vayamos pues a lo que al respecto ha escrito y dejado asentado sobre el tema el cronista oficial de Mazatlán Enrique Vega Ayala, a quien desde este espacio le agradecemos su valiosa colaboración para documentar y enriquecer el presente
Mazatlán Interactivo
La batalla
La defensa del puerto frente a la intervención extranjera, realizada entre el 26 y el 31 de marzo de 1864, constituye el evento más importante del calendario cívico de nuestras playas. El triunfo frente al primer intento de la escuadra francesa por tomar la ciudad es el hecho de mayor resonancia de cuantos se han suscitado en nuestra comunidad; no porque aquí no haya habido otras batallas ni otros acontecimientos relevantes, sino por la exaltación nacionalista que representa esa victoria consumada hace 158 años y, sobre todo, por el valor simbólico que tiene como factor de orgullo que fortalece el sentido de pertenencia, la identidad y el arraigo entre los mazatlecos.
El navío
La flota francesa que se usó en el Pacífico, durante la intervención de 1862 -1867, estaba compuesta por los siguientes nueve buques: Victoire, La Bayonnaise, D´Assas, Diamante, Lucifer, Cordelière, Rhin, Marie, Talismán. Sólo estos tres últimos no estuvieron en Mazatlán en labores bélicas. Victoire, D´Assas, Diamante y Lucifer fueron los encargados de tomar este puerto en noviembre de 1864 tras un breve bombardeo.
Entre finales de 1861 y el inicio de 1862 se realizó el bloqueo tripartita (Francia, España e Inglaterra) a Veracruz para negociar con el Gobierno Juarista las demandas económicas de las tres naciones europeas afectadas por la suspensión de pagos de todas las deudas públicas. Simultáneamente, La Bayonnaise hizo acto de presencia hostil en Mazatlán. Ese fue uno de los primeros buques que dio muestras, en el noroeste de México, de las intenciones francesas de conquista.
Entre finales de 1861 y el inicio de 1862 se realizó el bloqueo tripartita (Francia, España e Inglaterra) a Veracruz para negociar con el Gobierno Juarista las demandas económicas de las tres naciones europeas afectadas por la suspensión de pagos de todas las deudas públicas. Simultáneamente, La Bayonnaise hizo acto de presencia hostil en Mazatlán. Ese fue uno de los primeros buques que dio muestras, en el noroeste de México, de las intenciones francesas de conquista.
Mientras tomaba forma la invasión del país, con el avance del ejército expedicionario hacia la capital; de acuerdo con registros de la marina francesa, La Cordelière reforzó las operaciones de su armada en el Océano Pacífico desde mediados de 1863.
La Cordelière era un navío tipo “corbeta” de primera clase, tipo Aventure. Fue botada en los astilleros del puerto de Lorient en junio 1858. Podía transportar una tripulación de hasta 250 hombres. Tenía casco de madera reforzado. Medía 43 m. de eslora, 12 m. de manga y cinco de puntal; con un desplazamiento de 1852 toneladas y arboladura de tres mástiles con 1490 m2 de superficie bélica. Estaba diseñada para armarse hasta con treinta cañones: doce por banda de 16 cm y seis carronadas (cañones cortos montados sobre correderas) en cubierta, de 18 cm. La información técnica indica que para la expedición en México se le renovó el equipamiento militar.
A Mazatlán llegó por primera vez en diciembre de ese año, luego realizó un recorrido hacia Guaymas y a su regreso navegó hasta Manzanillo. Allí capturó al buque mercante Francisco del que incautó recursos, armamento y comunicaciones a cargo del padre del general juarista Ramón Corona. En febrero, apenas arribó a Mazatlán, declaró el bloqueo del puerto. Mediante dicha maniobra obligaba a pasar por revisión de sus efectivos a toda embarcación que pretendiera fondear aquí. Se trataba de impedir la entrada de armas y dinero para el ejército nacional. Durante las varias semanas en que estuvo fondeado en el antepuerto, antes de cerrar hostilmente el puerto, a su capitán le fueron atendidas por las autoridades locales diversas peticiones típicas, como bastimentos y agua, que hacían los tripulantes de las embarcaciones de guerra que llegaban entonces de visita.
Hacia fines de marzo de 1864, su comandante Henri Edmé Marie Martineau des Chenez, sin más aviso de rigor que el previo de bloqueo, dispuso el desembarco de su tripulación en son de guerra. Efectivamente, el capitán francés al parecer quiso adelantar el cumplimiento de la encomienda del Mariscal Bazaine, convirtiendo el asedio en una toma bélica del puerto mazatleco, lo que intentó entre el 26 y el 31 de marzo de 1864. El Mariscal francés le dio instrucciones de impedir que llegara a Mazatlán un cargamento de armas y municiones procedentes de San Francisco para reforzar a los juaristas. Se sabe que dicha información la recibió directamente del líder indígena nayarita Manuel Lozada. Además, otro propósito de tal acción sería arrebatar al gobierno de Juárez la aduana del pacífico mexicano con la mayor recaudación de fondos para sufragar los gastos de la defensa del país. Finalmente, al adueñarse de este puerto los invasores podrían aparentar más garantías de aceptación a Maximiliano, en su ya muy próxima llegada a territorio nacional.
Martineau no contaba con la valentía de los republicanos juaristas que resguardaban la ciudad. En Mazatlán no había pertrechos de guerra suficientes. “Faltan fusiles y cañones”, escribió por esos días Ignacio Ramírez “El Nigromante” a Guillermo Prieto “Fidel”; subrayando el temor de que los franceses pretendieran “darnos algunas leccioncitas”.
Las fuerzas republicanas bajo el mando del Coronel Gaspar Sánchez Ochoa con un solo cañón y escasas tropas, repelieron los dos intentos de desembarco. La derrota francesa tuvo lugar mediante sendos combates entre Playa Norte y el Camarón, dejando maltrecha a la nave invasora.
Ante el fracaso de sus ataques, los galos refugiaron a La Cordelière en las tres islas para reparar los daños que sufrió. Los testimonios hablan de que La Cordelière no se marchó inmediatamente después de las batallas. Todavía las fiestas de mayo — que terminaban en junio — se celebraron teniéndola como testigo de fondo. En julio se registra su llegada en Acapulco, desde donde más tarde partió a Panamá y luego navegó hacia Tahití.
Todavía en 1865, durante los tiempos de la ocupación francesa de Mazatlán, los registros navales franceses ubican a La Cordelière realizando labores de aprovisionamiento de armamento a las tropas imperiales entre Mazatlán y Guaymas.
Algunos años después de la retirada francesa de nuestro país, hacia 1870, a La Cordelière se le ubica navegando en las costas atlánticas de África, donde realizaba misiones de rutina. La hoja de vida de la embarcación indica que en 1876 fue desmantelada debido a las averías que presentaba. En 1878, veinte años después de su botadura, se determinó que fuera retirada definitivamente del servicio.
Bibliografía
- Eduardo García Guerrero, Un día para recordar, Algíbe editorial, Guadalajara 2016.
- La flota de Napoleón III, www.dossiersmarine.org
- La flota de Napoleón III, www.dossiersmarine.org
- Ignacio Ramírez, Obras, México 1889, Secretaría de Fomento.
- Jean Meyer, Manuel Lozada, Tusquets Editores, México 2015.
El 26 de Marzo de 1864, era miércoles de semana santa, “a las ocho de la mañana, corrió por la ciudad el rumor de que los franceses preparaban un ataque; la población se puso en movimiento; las señoras salían a la calle; los ciudadanos pacíficos se dirigían al dominante cerro de la Nevería; los soldados se concentraban en sus cuarteles”…
Ignacio Ramírez, el Nigromante, autor del relato de este importante acontecimiento, tuvo tiempo de ir a almorzar, llegó un poco tarde al teatro de los hechos, pero nos legó su testimonio; y así nos lo cuenta:
“Al pie del cerro de la Nevería, por el lado Noroeste, se extiende el Puerto Viejo; al Norte, la entrada por tierra; en una colina hervían como hormigas nuestros trabajadores haciendo excavaciones profundísimas; en otra colina internada hacia la población, se levanta el cuartel, y sobre él ondea la bandera de la patria; hacia la playa había algunas pequeñas piezas de artillería y grupos de soldados; nuestras reservas se colocaron en lugar conveniente. A nuestra Izquierda, es decir, hacia el Oeste, aparecen tres islotes que cierran por ese lado el Puerto Viejo. Cerca del islote del centro se presentaba la Cordeliére coronada por su pabellón y haciendo señales; entre este buque de guerra y la playa bogaban algunos botes, también con sus banderas. A distancia de una legua, algunas de esas lanchas ponían en tierra sus tropas de desembarco; Las otras lanchas, aproximándose a nuestras posiciones, rompieron el fuego.
Tres de nuestras piezas hicieron frente al enemigo por mar; otras veces avanzaron para recibir a las que venían por tierra.
“El coronel Ingeniero Gaspar Sánchez Ochoa atendía con rapidez y acierto a las dos secciones durante la lucha; auxiliado por un batallón marchó contra los desembarcados, pero estos se volvieron apresuradamente al mar entre las dianas y vivas de nuestros soldados y el pueblo”
“ El sábado 31 de marzo, el Nigromante almorzó temprano, corrió a su puesto y cuenta.
“Ya la Cordeliere había anclado a medio tiro de cañón frente a nuestras fortificaciones. Recorrió sus velas, desplegó su bandera, enarbolo su señal de fuego y lanzo una bomba de ciento veinte libras. ¡Bien, muy bien dirigida! Cayó y estallo en nuestros caminos cubiertos donde se abrigaban algunas fuerzas y los trabajadores; Sánchez Ochoa arengaba a la sazón: y tanto el cómo nuestros valientes prorrumpieron en vivas a la patria: tuvimos algunos heridos”
“Entonces avanzo rápidamente hasta la orilla del mar la única pieza que teníamos de mayor alcance: ¡tuvo el enemigo a dónde dirigir su puntería! Desde entonces la Cordeliere ya tiro tras tiro, ya haciendo fuego durante seis horas, por baterías, se empreñó en desmoronar el cañón que a descubierto no cesaba de corresponder a tan ventajosos ataques”.
“El buque se envolvía en humo, en fuego y en estruendo; sus proyectiles rebotaban junto a nuestros soldados cubriéndolos de arena, y estallaban enseguida sobre las colinas inmediatas o en aguas del estero del Infiernillo. Sánchez Ochoa, con aplauso de la población, permanecía a caballo junto a nuestra pieza o se bajaba para rectificar las punterías; Nacionales y extranjeros prodigaban sus aplausos siempre que uno de nuestros proyectiles anunciaba por un sonido seco su estragosa entrada en el buque.
La Cordeliere, multiplicando sus fuegos descubría su rabia y su despecho, a la caída de la tarde el Gobernador y comandante militar del estado, general Jesús García Morales se presento sobre el teatro de nuestras operaciones; y por el mar se aproximaron curiosos dos vapores de guerra, el inglés y el norteamericano, así la Cordeliere se creyó comprometida a redoblar sus fuegos; pero no pudiendo disminuir sus averías, se retiró hacia las islas, cuando los últimos rayos del sol jugaban con los esplendidos celajes de Occidentes.
“Los ingleses y los norteamericanos se prepararon riendo…” Narra en su testimonio el Nigromante, quien concluye su relato con un párrafo romántico muy en boga en aquellos años: “la luna ha venido a derramar sobre las galas y el entusiasmo de la ciudad una lluvia de plata que brilla igualmente hermosa sobre las olas, sobre los edificios, sobre las palmas, sobre las mujeres y sobre la frente de los héroes.
La defensa del puerto frente a la intervención francesa realizada el 31 de marzo de 1884 constituye la fecha más importante del calendario cívico de Mazatlán. No porque aquí no haya habido otras batallas ni otros hechos relevantes, sino por la exaltación nacionalista que representa aquella celebrada el sábado de gloria de hace 145 años y sobre todo, por el valor simbólico que tal acontecimiento tiene como factor de orgullo que fortalece el sentido de pertenencia, la identidad y el arraigo. Sin duda aquella no fue una batalla de valor estratégico nacional como la de Puebla o determinante en términos regionales como la de san Pedro, en Culiacán; pero, esa defensa del puerto frente al primer intento de la escuadra francesa por tomar la ciudad, es el hecho histórico de mayor resonancia de cuantos se han suscitado en nuestra comunidad.
Como queda dicho durante dos combates, uno el 26 de marzo y otro el día 31, los soldados dirigidos por Gaspar Sánchez Ochoa resistieron los embates de la escuadra francesa que pretendía someter al puerto. Los ataques perpetrados desde la Cordeliere fueron derrotados por un puñado de valientes, de los que muy poco, se sabe…
El constructor del Fuerte fue el Coronel Ingeniero Militar Andrés L. Tapia. el mismo que diseñó el Teatro Rubio (hoy Teatro Ángela Peralta)
1891, la armada de México por medio de El General Y. R. Bravo, entonces jefe interino del Departamento de la Marina en el Pacífico, le encomendó al Ingeniero Militar y Coronel Andrés L. Tapia la tarea en lo que entonces se denominaba “Puntilla de la Nevería”.
Aparentemente, el perímetro requerido, de 564.18 metros cuadrados de terreno, formaba parte del área marítima federal; sin embargo, desde antes de arrancar las obras, cuando se realizó el primer deslinde del predio, Rafael Marini se hizo presente ante las autoridades ostentándose como propietario del lugar. La armada alegó que “la puntilla” estaba fuera de las líneas marcadas por las mojoneras delimitadoras de la propiedad del señor Marini.
El Ayuntamiento tuvo que realizar una detallada investigación para dirimir la disputa, cuyos legajos se conservan en el Archivo Histórico Municipal. Finalmente el ayuntamiento determinó que “ratificadas nuevamente las medidas y linderos del terreno que ocupa la nueva obra de fortificación conocida con el nombre de Fortín 31 de Marzo de 1864 con los terraplenes de ensanche y calzadas que se han construido resulta un solar que ni está dentro de la zona marítima pero ni tampoco pertenece al Sr. Don Rafael Marini”.
De acuerdo con la descripción arquitectónica el edificio reúne todas las características que una fortificación de su tipo requiere. Como cualquier baluarte, este inmueble describe la forma romboidal de diamante, con muros fuertemente parapetados en los bandos del vértice de mar. Dos pequeñas garitas empotradas en el muro, flanquean el acceso, ambas coronadas por secciones de bóveda, de media naranja.
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