Por: Francis Velarde

Aunque hayas comido en cantidad, el antojo de dulce tras despertar de la siesta no perdona, y existe una explicación para ello.

No importa si tu comida ha sido copiosa o incluso si has incorporado postre a tu menú, es muy probable que si decides echarte una siesta después de comer tu cuerpo se despierte reclamando algo dulce . Si eres de las que se sienten identificada con esta afirmación, tienes que saber que existe una explicación para entender por qué no puedes perdonar ese antojo de dulce después de la siesta.

Acabar con el antojo de un dulce después de comer es sencillo. Sobre todo si lo comparamos con suplir esa imperiosa necesidad que nos asalta después de la siesta. ¿O no? Pues en realidad, la composición de tu almuerzo será la que determine esa apetencia. ¡Atentos!

Qué hace que quieras dulce a media tarde

La clave de este misterio radica en la composición de los alimentos que has estado ingiriendo a lo largo de la jornada. Después de comer es habitual que el cuerpo sufra una pequeña hipoglucemia que suele ser consecuencia de no haber comido las cantidades suficientes o de no haber tomado todo el azúcar que el cuerpo necesita. Además, las comidas ricas en hidratos de carbono simple y baja en proteínas son también susceptibles de provocar en nuestro cuerpo esta reacción.

Este tipo de hipoglucemias ocurren cuando después de comer el azúcar llega la sangre muy rápido y provoca un pico muy alto que tal como viene, se va. Por eso, cuando despiertas del pequeño descanso de media tarde después de haber experimentado un episodio de hipoglucemia, tu cuerpo va a reclamarte azúcar para compensar los niveles irregulares que ha alcanzado en el proceso.

Por este motivo,  es mucho más probable que las ansias de dulce nos ataquen cuando se está haciendo dieta. En procesos de adelgazamiento el azúcar es lo primero que tiende a desaparecer del menú. Al consumir menos azúcar, es posible que el cuerpo no tenga los niveles de glucosa necesarios para funcionar, por eso el reclamo de dulce puede ser más agresivo en estos momentos.

Esto es lo que pasa en tu cuerpo

Sin embargo, esta no es la única causa de este fenómeno. Durante el sueño se produce un aumento de la serotonina, conocida como la hormona de la felicidad. Mientras duermes, el cerebro segrega esta hormona que ayuda a mejorar el estado de ánimo y a regular el apetito, pero que también hace que apetezca más consumir algo dulce.

La serotonina necesita del triptófano para producirse. Este aminoácido esencial se adquiere únicamente por la alimentación, y se encuentra, principalmente, en las proteínas animales y vegetales. Para mantener el equilibrio, asegurar una producción estable y beneficiosa de serotonina y ayudar a regular este impulso es necesario asegurar un consumo adecuado de alimentos ricos en proteínas.

Otro de los motivos por el que la alarma del dulce puede asaltarte en la hora de la merienda viene no tanto de qué comes, sino de cómo lo haces. Una alimentación inconsciente, distraída o motivada por el hambre emocional puede causar en el cuerpo la sensación de que no se ha alimentado, y por eso requiere la glucosa que considera no tener y genera una falsa sensación de hambre. Comer prestando atención al móvil o al trabajo, en estados de alto estrés o con prisas pueden desembocar en este hecho.

Cómo controlar el antojo

 Si bien es cierto que un dulce a nadie amarga, este comportamiento repetido puede ser señal de que algo no está todo lo en orden que podría. Antes de convertir en rutina una práctica que podría estar indicándote que tus hábitos alimenticios no andan del todo bien, tienes que saber que la solución pasa por aprender a comer de forma consciente.

Desde conocer con precisión qué hay en nuestro plato hasta prestar atención plena al momento de la comida, todos estos hábitos son determinantes a la hora de mejorar tus hábitos alimenticio y evitar alertas como el reclamo de dulce tras la siesta. Pero si a pesar de todo no quieres renunciar a este placer, existen alternativas saludables para matar el gusanillo: smoothies caseros de fruta, yogur con arándanos, frutos secos o algún dulce hecho en casa cumplen a la perfección su función y evitan que caigas en alimentos que no van hacerle un favor a tu cuerpo.

 

 

 

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