Actos y Obras que enaltecen a los mazatlecos
Interesante la Historia del Teatro Ángela Peralta de Mazatlán
- La construcción se inició en 1869 bajo la dirección del Ingeniero de la Ciudad, Librado Tapia
- La inversión, que originalmente se había calculado en $30,000.00 (treinta mil pesos), se duplicó en alrededor de $70,000 (setenta mil pesos)
De: Archivo de Mazatlán Interactivo
Le da un sello diferenciador al Destino Turístico
En agosto de 1869, el empresario Manuel Rubio, presentó una solicitud al Ayuntamiento de Mazatlán para construir un teatro en la ciudad.
El puerto había contado con otros teatros como el “Alegría”, y en esa misma época funcionaba el “Del Recreo”. Sin embargo, el de Rubio buscaba responder a las pretensiones porteñas de un espacio “a la altura de la importancia mercantil y política” que Mazatlán ostentaba entonces como capital de estado y centro económico del occidente del país.
La construcción se inició ese mismo año bajo la dirección del Ingeniero de la Ciudad, Librado Tapia. En apoyo a la obra, el Ayuntamiento de Mazatlán, acordó condonarle a Rubio el pago de impuestos municipales durante veinte años, contados a partir de la conclusión de la construcción.
De Inauguraciones e Impuestos
Manuel Rubio murió en un naufragio, cuando se dirigía a París con la intención de traer desde Europa decorados para el teatro. No alcanzó a ver terminada su obra, pero su viuda, Doña Vicenta Unzueta, continuó la construcción hasta su inauguración. En los poco más de cinco años que llevó su edificación, la inversión, que originalmente se había calculado en $30,000.00 (treinta mil pesos), se duplicó en alrededor de $70,000 (setenta mil pesos).
El 15 de febrero de 1874, aun cuando no se habían colocado todos los barandales de los balcones, el teatro se inauguró con la presentación de “La Campana de Almudaina” y “La Casa de Campo”, a cargo de la Compañía Española de Mariano Luque.
Inmediatamente, la viuda de Rubio, quien se hizo cargo del teatro, solicitó al gobierno municipal el cumplimiento del decreto de exención de impuestos. El Ayuntamiento se negó argumentando que el teatro no estaba terminado en su totalidad y que la vivienda anexa había dejado de ser casa habitación de la familia Rubio, para convertirse en el Hotel Iturbide.
A través de un largo litigio, Doña Vicenta Unzueta fue obligada a vender el inmueble tres años después de su apertura. La finca del teatro y la del Hotel Iturbide fueron adquiridas por Juan Bautista Hernández, socio de la firma española Hernández Mendía y Asociados, con intereses en el puerto.
Ante los requerimientos del cabildo para el pago de impuestos, los nuevos dueños aludieron de inmediato al acuerdo de exención de 1869, y obtuvieron una rebaja favorable en el monto de las contribuciones, en lugar de los $43,000.00 (cuarenta y tres mil pesos) exigidos por las autoridades, pagaron sólo $10,000.00 (diez mil).
Entre 1879 y 1881 se realizaron importantes obras para concluir los detalles faltantes en el edificio y convertirlo en un lujoso teatro. La remodelación de “ventanas, puertas y balcones, además de otras reparaciones fundamentales” estuvieron a cargo de Santiago León Astengo. De los telones escenográficos y otras decoraciones se hizo cargo el pintor Juan Gómez.
Con 1366 localidades y los mejores adelantos de la época, el teatro se inauguró, por segunda ocasión, el 6 de febrero de 1881, oportunidad en la que se presentó un concierto de las alumnas de canto del Maestro Manuel Cataño.
De Usos, Hitos y Resurgimientos
Desde su apertura a 1940, el teatro Rubio fue escenario de todo tipo de manifestaciones culturales y espectáculos como óperas, zarzuelas, dramas, actos cívicos, funciones de circo, de box y lucha libre. También sirvió durante un tiempo para eventos carnavaleros de cómputo realizados para elegir a las reinas y para bailes de mascaritas. El acontecimiento más importante registrado en la historia del teatro, curiosamente no sucedió en él, sino en el Hotel aledaño. En agosto de 1883, en el cuarto número 10 del Hotel Iturbide, murió la diva Ángela Peralta, “El ruiseñor mexicano”, víctima de una epidemia de fiebre amarilla, de la que se contagió durante una gira artística por el noroeste de México. Esa muerte marcó la historia del teatro y la de la vida cultural de Mazatlán.
En 1943, el Teatro Rubio se convirtió en el Cine Ángela Peralta, mismo que operó hasta 1964. Luego, el edificio permaneció cerrado por cinco años. Ya deteriorado y en franco abandono, fue utilizado para presentar un espectáculo de Burlesque, durante el carnaval de 1969.
A pesar de los significativos esfuerzos de distintos grupos de ciudadanos mazatlecos por reabrirlo, el edificio del Teatro Rubio, ahora conocido como Teatro Ángela Peralta, quedó a merced de la naturaleza, convirtiéndose en ruinas tras veinte años sin uso.
En 1987, contra la voluntad de los entonces dueños, las autoridades municipales decidieron rehabilitar el inmueble. Así inició el proceso de reconstrucción, que incluyó la negociación para la adquisición del inmueble. Final y felizmente los trámites y la remodelación culminaron el 23 de octubre de 1992 cuando, por tercera vez, fue inaugurado este teatro.
El rescate del inmueble del Teatro Ángela Peralta, que por varios lustros estuvo en el abandono, fue encabezado por el Ayuntamiento de Mazatlán y el grupo “Amigos del Teatro Ángela Peralta, A.C.”. Con el apoyo de la sociedad y de diversas instancias estatales y federales, se dieron a la tarea sacar de la ruina al edificio localizado en la calle Carnaval y Constitución, en el corazón del centro histórico de la ciudad.
El Arquitecto Juan José León Loya, mazatleco y miembro de esta asociación civil, fue el especialista que diseñó el proyecto que reviviría el recinto. Las remodelaciones iniciaron en 1987, concluyendo cinco años después.
Por la calidad de su propuesta y lo viable del proyecto (que terminó cristalizándose en 1992), Loya fue premiado por la Federación de Arquitectos de la República Mexicana en la Segunda Bienal de Arquitectura.