En la medida que nuestros visitantes encuentren la felicidad en Mazatlán, será el éxito del destino

Nada es más importante que la felicidad

Para garantizar la felicidad de los visitantes es necesario que quienes les prestan los servicios sean muy felices también

Centremos nuestro esfuerzo en que las experiencias de nuestros visitantes se conviertan en felicidad

Como pocos destinos turísticos, Mazatlán, es, en sí, una fábrica de felicidad, misma que tiene como insumos básicos y se nutre: del modo de vida de su gente, sus costumbres, su naturaleza, tradiciones, su música, sus bebidas, historia, gastronomía, su influencia tropical, su cultura, su privilegiada ubicación, entre otros factores más

En la actualidad, luego de que durante lo que va del siglo XXI, navegamos por la etapa de las “Experiencias” concepto que todo mundo adoptó y trató de sacarle máxima ventaja, pero muy pocos en verdad se dieron cuenta de lo profundo del concepto, tan es así, que no se han dado cuenta que ya entramos a otra modalidad. La cual más adelante abordaremos como tema central.

Y en base de esa cambio que se está gestando en las preferencias turísticas, este 2022 se puede convertir para Mazatlán en uno de los mejores años, claro está que esto dependerá si se orienta su atención a la Felicidad de sus Visitantes, aunque para que esto funcione también dependerá del estado de felicidad que observen todos quienes brindan servicios a los visitantes.

Pero para poder entender todo esto, es necesario que analicemos a profundidad lo que pasa en Mazatlán, para ello se hace imperativo conocer, aunque sea de manera resumida, un poco la historia de Mazatlán. De no hacerlo, estamos condenados a repetir lo mismo que hemos venido haciendo por décadas.

Mazatlán, este, nunca bien ponderado por sus habitantes destino turístico, a lo largo de su historia, que por cierto, es más profunda de lo que se cree. No se ha podido consolidar como un gran destino turístico o de primer mundo, precisamente porque sus habitantes, prácticamente la mayoría, desconocen todo del mismo. Obviamente que existen contados conocedores profundos de Mazatlán, pero a este tipo de personas, la enorme mayoría de mazatlecos los ve como raros, por tanto, no los valora y menos les pone atención.

Así ha vivida la gente en Mazatlán a lo largo de la historia, es decir, desde la conquista de esta zona se marcó un rumbo para este privilegiado lugar, que no fue otro que el de convertirlo en un puerto de altura para dar entrada a los insumos y maquinarias necesarias para que la explotación de recursos minerales fuera efectiva y. para dar salida a los ricos cargamentos de materiales preciosos. Esto trajo consigo un crecimiento poblacional compuesto principalmente por españoles, pero también filipinos, alemanes, entre otras personas de diferentes nacionalidades, las que como era casi natural, fueron los que dieron forma a la estructura política y social de Mazatlán, el resto, autóctonos y criollos, solamente actuaban como servidores de los poderosos, con alguna que otra honrosa excepción.

El espectacular crecimiento portuario de Mazatlán, no fue cosa de un día para otro, nada de eso, se fue dando a lo largo de los siglos XVII, XVIII y XIX, hasta llegar a convertirse, sobre todo en la parte media del siglo XVIII, en uno de los tres puertos más importantes del pacífico, sólo superado por San Francisco en EU.

Ese gran movimiento portuario, atrajo la atención de autóctonos, criollos y más extranjeros, convirtiendo a este puerto en un lugar cosmopolita y con buena calidad de vida para sus habitantes, los cuales desde esas épocas ya tenían fama de “fiesteros”.

Registros existen en abundancia de que Mazatlán era considerado por destacados viajeros como una ciudad con un crecimiento espectacular y que había observado cambios sensacionales, además por gozar sus habitantes de una vida relajada y fiestera.

De hecho, el turismo en Mazatlán es parte de su historia y no como algunos lo atribuyen a épocas recientes, por ahí de inicios del siglo XX y otros más a mediados de ese mismo siglo XX.

Todo lo anterior le dio a Mazatlán un estatus de ciudad y puerto envidiables, la mezcla de culturas le dio además la oportunidad de crear sus propias festividades, como las Fiestas de Mayo, antecedente más remoto y más parecido al actual carnaval de Mazatlán, pero también fue clave para que el puerto se industrializara y prácticamente fuera autosuficiente.

El comercio mazatleco de esas épocas era de primer mundo y es que debido al trafico constante de navíos de Europa, Asía, así como de norte y sud América, permitía al comercio ofrecer productos de diferentes nacionalidades.

En fin, Mazatlán alcanzó altos niveles en muchos aspectos, los cuales y debido a que los extranjeros residentes aquí en esas épocas, por diferentes motivos, principalmente políticos, por asonadas y conflictos generales, se tuvieron que retirar, dejando en muchos casos la administración de sus negocios y propiedades en manos de administradores locales.

Bien se puede decir que, al retirarse muchos extranjeros empezó el declive de Mazatlán, debido lo anterior a que la mentalidad de los administradores era muy distinta a la de los extranjeros, es más, en nada se parecían. Hasta llegar a ese punto de quiebre, Mazatlán vivió lo que muchos llaman La Grandeza Mazatleca.

Luego vino un declive, si bien es cierto, lento, pero imparable, sumado a ello una falta de creatividad y originalidad que lo fue llevando a ir perdiendo constantemente su poderoso nivel, desde luego que también influyeron mucho los vaivenes políticos, pero la realidad es que Mazatlán pasó a otras etapas, más violentas, menos productivas y de mucho menos nivel que en su denominada Grandeza.

Lo que vino después, hasta nuestros días, es una larga historia, en la que el balance ha sido más negativo que positivo. ¿Por qué decimos que más negativo?: bueno simplemente porque por no decir todo, la mayoría de lo que alcanzamos en la llamada Grandeza, lo fuimos paulatina e irremediablemente perdiendo, nuestro comercio mundial desapareció, nuestras diferentes fábricas, de hilados, cerveceras, jaboneras, cigarreras, entre otras, la mayoría, o cerró, o fue pasando a otras etapas y eras, caso concreto Cervecería del Pacífico que en la actualidad ya ni siquiera a mexicanos pertenece sino a belgas y es que se pusieron bien belgas los belgas.

El puerto de altura, por decisiones políticas lo perdimos y es hora que no lo recuperamos, ya que según datos oficiales solamente movemos el 2% de la carga nacional, de ese tamaño.

A favor se puede decir, que surgieron nuevos escenarios y nuevos actores, y también la pesca y el turismo irrumpen, pero Mazatlán trae como lastre que su parte “histórica” se ve prácticamente abandonada, más aún, el turismo de Mazatlán se ve vivificado por la Pesca Deportiva, pero ésta nuevamente es afectada por decisiones centrales en materia de regulación de equipos especializados para su práctica y, con ello, fue condenada a ir perdiendo oportunidades, las cuales aprovechó de manera soberbia Los Cabos en su carácter de Zona Libre, y ya lo demás es historia, es decir, una pesca Deportiva Mazatleca espectacular, pero limitada al máximo por las regulaciones aduanales. Por tanto esta actividad virtualmente sobrevive, incluso ya no es promovida como uno de sus principales atractivos.

No es sino hasta la década de los 80’s del siglo pasado que Mazatlán empieza a darse cuenta de los valores únicos con que contaba en su historia y en particular en su centro histórico, pero para fortuna de todos un grupo de notables mazatecos se dio a la monumental tarea de rescatar esta zona e iniciando con ello una especie de resurgimiento de Mazatlán, que la verdad lo necesitaba mucho ya que la decadencia era profunda y cada vez perdíamos más cosas.

Hasta aquí podemos dejar el repaso de la historia del turismo en Mazatlán y el portentoso legado que quienes nos antecedieron nos dejaron, pero que hasta la fecha no hemos sabido valorar. Y es que por ejemplo: ellos tomaron muy en cuanto la ubicación geográfica de Mazatlán para crear sus construcciones, particularmente las que hoy quedan en el centro histórico actual, se basaron en la tremenda influencia tropical que existe en esta zona y en base de ello erigieron las casonas que hoy nos admiran. Nos dieron una lección, que lección, una arrastrada de miedo con la visión futurista y turística que aplicaron en la construcción de lo que hoy denominamos paseo costero. Si lo analizamos bien, desde donde inicia el paseo del centenario, allá cerca del faro, pasando por olas altas, hasta La aberrante Casa del Marino, no había construcción alguna que obstruyera la vista al mar.

Lo anterior es parte del desgaste de Mazatlán, ya que después de la casa del marino ya empiezan, aún en la actualidad, a ampliarse edificaciones, a cundirse de vendedores ambulante gran parte del paseo costero, que va de la explanada Sánchez Taboada, hasta el entronque de Av. del Mar y Av. Camarón Sábalo, un verdadero desmadre e importamadrismo tanto de empresarios como de autoridades, un dúo dinámico que, de tiempo atrás, viene trabajando para sus intereses más que para el bien común.

Y en donde ya se rompieron todos reglas y se desquició todo fue a partir de Av. Camarón-Sábalo, y no sabemos hasta dónde va llegar, ya que por el momento así apunta por la llamada Av. Ernesto Coppel y continuará hasta el infinito, ya que no hay quien ponga orden al desorden.

En otras palabras, los interesas particulares acabaron con gran parte de uno de los valores únicos de Mazatlán, el paisajismo, y en su lugar estos intereses, sin control, han dado paso a edificaciones modernas, pero que según ellos son el modernismo. Sí, como no…    

Otros aspectos que están distorsionados se pueden apreciar en el Centro Histórico, en donde la cultura, que es otro valor distintivo de Mazatlán, se equipara a restaurantes y congales y así vemos un centro histórico repleto de restaurantes y por no decir cero, escasos elementos culturales. Que no sea el TAP.   

En los últimos años Mazatlán vive un galimatías en materia inmobiliaria, y si bien es cierto experimenta un gran boom, también lo es que es lo más cercano a un caos sin pies, ni cabeza.

Al estilo Mazatlán en donde cuando algo se pone de moda, todo mundo copia al que le va yendo bien en lo que hace, los dos casos más recientes y que son claro ejemplo de ello, los mariscos, se ha llenado de marisquerías Mazatlán, a raíz de una que vino a revolucionar un poco en la materia. Y el otro caso es la construcción de torres condomínales que más bien deberíamos llamarles para rentas vacacionales.

En fin así llegamos al Años 2022, en el que si bien es cierto contamos con más elementos que con los que contábamos, tales como la carretera Mazatlán-Matamoros, que ha sido, a querer y no, el pivote del desarrollo espectacular de la actividad turística, junto con otro elemento clave el Mazatlan International Center, MIC, así como una renovada el Centro Histórico, y las principales arterias viales de Mazatlán. Pero seguimos sin entender que Mazatlán tiene una personalidad única, que no necesita copiar nada de ningún lugar, es decir, tiene que resaltar sus valores diferenciales y, sobre todo, no permitir que se sigan invadiendo por parte de negocios espacios públicos.

Lo que va del siglo XXI se ha caracterizado por la tendencia a la “Economía de la Experiencia” y en los últimos 20 años, hemos visto una afluencia de experiencias, tours y actividades que ha invadido y expandido el mercado turístico.

¿Pero por qué? ¿Qué está impulsando este deseo de experiencias sobre bienes tangibles?.

En 2017, McKinsey publicó un informe que nos mostró que los consumidores estaban gastando más en servicios relacionados con la experiencia. Su investigación encontró (como era de esperar) que un fuerte deseo de felicidad combinado con la necesidad de validación de las redes sociales fueron las razones de esta nueva dirección en el gasto.

La felicidad se define como “un estado de bienestar y satisfacción; una experiencia placentera o satisfactoria”. Pero, ¿no siempre la gente ha estado en una búsqueda de la felicidad? La búsqueda de sentirse bien no es algo nuevo o novedoso. ‍

Dicho esto, los cambios que han tenido lugar en nuestro mundo durante la última década están llevando al estrés, la preocupación y el dolor de las personas a nuevos niveles. Desde 2011, el índice de experiencia negativa del mundo aumentó constantemente. Y se les sumaron los sucesos de los últimos dos años a esta tendencia ascendente y constante. Pero como pueden ver, las personas han estado experimentando más estrés, ansiedad y preocupación incluso antes de la pandemia. ‍

Cuanta más negatividad experimentamos a diario, más buscamos experiencias que contrarresten los sentimientos negativos. Cuanto más caos experimentamos, más buscamos experiencias que nos traigan paz. Cuanto más aburrimiento experimentamos, más buscamos experiencias que nos traigan emoción.

Las emociones son la columna vertebral de cada experiencia. Visto de esta manera, quienes durante todo este periodo (20 años) se han aferrado a creer que están vendiendo una experiencia, peor en realidad lo que están vendiendo es un sentimiento.

En su convincente libro, How We Decide, Jonah Lehrer argumenta que la racionalidad depende de la emoción. La motivación es impulsada por el sentimiento, no por el intelecto. Lehrer señala: “La emoción y la motivación comparten la misma raíz latina, movere, que significa moverse.

“El mundo está lleno de cosas y son nuestros sentimientos los que nos ayudan a elegir entre ellas”. A medida que avanzamos en el nuevo año, con tantas personas hartas de las restricciones de COVID, preocupadas por su salud e inseguras de lo que deparará 2022, a continuación les hacemos unas recomendaciones para que a la hora de comercializar sus productos y servir a los viajeros lo hagan apegados a las nuevas tendencias aquí hay algunas cosas a tener en cuenta al comercializar y servir. ‍

1 La definición de felicidad de cada persona es diferente: sean claros en su definición.

Si bien la felicidad es una motivación universal, mi concepto de felicidad es probablemente diferente al tuyo. Mi concepto de felicidad hace 15 años era diferente de lo que es ahora, y el tuyo probablemente también lo sea. Todo esto es para decir que:

(1) La felicidad es maleable y

(2) No puedes hacer felices a todos.

Especialmente si no sabes qué los hace felices. Entonces, ¿por qué no tratar de centrarse en las personas que comparten su visión E ideal de la felicidad?.

Retome sus valores y propósitos para comprender cuál podría ser su visión ideal de esto. Dedique tiempo a aprender sobre la gama de emociones humanas y profundice en su EQ (inteligencia emocional). Cuanto mejor explique su concepto de felicidad, más fácil será vender esta promesa de felicidad a los posibles visitantes.

2 Evalúe el valor emocional de cada punto de contacto en su recorrido/actividad

Si bien es cierto que buscamos experiencias sobre las cosas, porque las experiencias nos traen alegría y emociones positivas aumentadas, cada experiencia se compone de “cosas”.

Las cosas que las personas ven, tocan, saborean, huelen y escuchan durante su recorrido o actividad contribuyen a su estado de ánimo.

Luego entonces, el trabajo del prestador de servicios turísticos es mitigar los puntos de contacto sensoriales negativos y encontrar formas de aumentar los positivos. Por supuesto, siempre hay cosas fuera de nuestro control (por ejemplo: ruidos fuertes en la calle), pero incluso el estímulo “negativo” puede contrarrestarse de manera creativa. Una buena distracción puede convertir una experiencia negativa en una positiva. ‍‍

3 Considera el impacto emocional a largo plazo de tu experiencia

Uno de los principales problemas con las experiencias y actividades de viaje es que pueden ser muy fugaces. Si bien cada experiencia tiene algún tipo de efecto dominó, algunos efectos dominó son más fuertes y más valiosos que otros. Estás prometiendo a tus invitados unas horas de diversión y emoción, pero ¿qué sucede cuando regresan a casa? ¿Es posible que su experiencia haya resultado en felicidad a largo plazo para sus invitados?

Algunos anfitriones pueden decir “no es mi problema”, pero voy a retarte  a considerar cómo tu experiencia resulta en una felicidad duradera para los visitantes. ¿Qué se llevan las personas (tal vez una nueva perspectiva, pasatiempo, pasión, ritual, amistad, etc.) que resultará en emociones más positivas en los días/semanas/meses/años venideros? ‍

No hay duda de que viajar proporciona muchos recuerdos felices a personas de todo el mundo. Pero ahora más que nunca, el enfoque de cada experiencia de viaje debe estar en el bienestar de los huéspedes y ayudarlos a cultivar mayores niveles de felicidad.  ¿Estás preparado para el desafío? Porque a medida que la Economía de la Experiencia avance, la competencia se volverá feroz. Los tours y actividades que ofrecen algo más allá del entretenimiento y el R&R verán un fuerte crecimiento en los próximos años.

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