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Por sus ideales y acciones fue reconocido como un precursor de la revolución mexicana, aunque para el supremo gobierno de Porfirio Díaz solamente fue un ladrón
Por: Rubén Romero Ibarra
En algún lugar de la sierra de Cosalá, Zona Trópico, Sinaloa, México, enero de 2021.- Con certeza, muchas de las anécdotas y recuerdos de este controvertido personaje, están ligadas con el saqueo, el robo y el vandalismo y, más aun; cuando la historia la escriben los vencedores. Bajo esta regla muy arraigada en el mundo “democrático actual” y en especial en nuestro querido país, México, muchos caudillos han quedado sin gloria tal es el caso de Heraclio Bernal luchador social quien enarboló esa lucho mucho antes de los inicios de la Revolución, de ahí que atinadamente se le señala como precursor de este gran movimiento social mexicano.
Algunos historiadores que han investigado a fondo la vida de este caudillo afirman que; pese a todo lo escrito en su contra, fue un idealista de la emancipación de los trabajadores mexicanos y sostienen que fue un precursor de la Revolución Mexicana, incluso, existen pruebas que Pancho Villa se inspiró en los ideales de este revolucionario no reconocido por la Historia oficial.
Apodado “El Rayo de Sinaloa” por su rapidez para huir y escapar de sus perseguidores, Heraclio mantuvo a raya y en jaque a varios regimientos enviados directamente por Porfirio Díaz desde la capital del país, sin ser capturado en las campañas contra el Bernalismo, la historia oficial sólo de limita a contar que fue un caudillo social y un bandido generoso que robaba para repartir su botín con los pobres.
Heraclio Bernal, hijo de Jesús Bernal y de Jacinta Zazueta, nació el 28 de junio de 1855 en el poblado de Chaco en el municipio de San Ignacio, Sinaloa, en el seno de una familia de labradores acomodados.
Aunque otros documentos afirman que nació en Papasquiaro, Durango, en donde aprendió de la mano de Ángel Bonilla, un maestro generoso, las primeras letras, historia regional y su admiración por Benito Juárez.
Influenciado por su padre, Heraclio terminó su instrucción primaria para después pasar al seminario donde estudio hasta los 18 años cuando mueren sus padres.
Después, un tío se lo llevó a Guadalupe de los Reyes en el municipio de Cosalá, Sinaloa, a trabajar en la minería, ahí alcanzó un puesto de confianza gracias a su inteligencia y dedicación pero fue traicionado por un compañero que lo acusó de robar unas barras de oro, incluso, le quitó la novia. Heraclio, por esta acusación fue recluido en la cárcel de Mazatlán con una sentencia de 10 años.
Estando en prisión, conoció a un español socialista, quien lo inició en lecturas “subversivas” en esas épocas, como las de Marx, Backaumine, Lasalle, Sanit Simon, Owen, entre otros sociólogos alemanes por lo que Heraclio amalgamó todas estas ideas y concluyó que todas las riquezas eran producto del robo y que los ricos eran unos ladrones que tenían en la miseria a los trabajadores.
Con este ideal, Bernal escapó de la cárcel dirigiéndose a Guadalupe de los Reyes donde tomó venganza de su traidor y reunió un grupo de ex compañeros de prisión que profesaban sus mismos ideales, fue ahí donde inició su asalto a diligencias de hacendados para después el producto se estos asaltos repartirlo a los pobres.
Más tarde fue invitado a unirse al general Jesús Ramírez Terrones para hacerle la revolución al gobierno porfirista y al lado de este General tomó por asalto el Mineral del Rosario y el Puerto de Mazatlán, donde se distinguió por su astucia y estrategia militar, pero Porfirio Díaz reaccionó de inmediato mandando tropas al mando del General Bernardo Reyes y, con ello; recuperó Mazatlán, acto en el que se dio muerte a Ramírez. Heraclio se salvó en la huida porque tomó un camino contrario.
Luego de este escape, Bernal reinició el asalto a las diligencias, al grado de enfurecer tanto a los hacendados que ofrecían 10,000 pesos de recompensa por dar muerte al revolucionario, pero no pudieron estos con la popularidad de Heraclio y la buena voluntad que este tenia entre los pobres, fue entonces que los ricos tomaron preso a un tío y lo asesinaron para que se entregara, este hecho incrementó más el odio de Bernal hacia los ricos y el gobierno, uniéndose al General García de la Cadena, quien enarbolaba las ideas de no reelección, este general invitó a Bernal prometiéndole la Gubernatura de Sinaloa, en este proceso se proclamó el “Plan de la Rastra” donde se sostiene el restablecimiento de la constitución de 1857, en este intento, Porfirio Díaz atacó con severidad a los caudillos aprehendiendo a García de la Cadena en Zacatecas, en donde fue asesinado por el general Antenogenes Llamas, Bernal, ante esta situación ordenó a sus seguidores y a los del general García de la Cadena que continuaran al frente de la revolución, lanzando su “Plan de Conitaca de 1887”, bajo el lema: “Justicia y Libertad”.
Fue tan intensa la persecución del “Rayo de Sinaloa” que duraron más de un año sin darle alcance, pero las tropas del gobierno de Díaz empezaron hacer destrozos contra la población civil, cometiendo barbaridades contra la gente del pueblo, sólo así Heraclio licenció sus tropas demostrando así el profundo amor y respeto que sentía por el pueblo.
Licenciadas las tropas, Bernal se refugió un tiempo y pensó trasladarse a los Estados Unidos, para después volver, cuando hubiese terminado su persecución, pero intentando desenterrar unas barras de plata que le servirían para el exilio, en un lugar llamado Cerro Hueco, este fue sorprendido por una fuerte nevada y enfermó, escondiéndose por este motivo en una cueva al lado de su esposa, pero fue revelado su escondite por Crispín García, hombre de sus confianzas, dándole muerte el jefe de La Acordada de Durango, el Militar Octavio Meras, el 5 de enero de 1888, después de una intensa lucha donde el militar perdió a 22 de sus hombres, esto a pesar del deplorable estado de salud de Heraclio Bernal.
Aunque existe otra versión, que es la más socorrida por toda la gente de la sierra de Cosalá y Durango, en esta se cuenta que ya muy enfermo de “la helada” le confió a Crispín, su compadre y fiel amigo, sentir que no sobreviviría, a quien le encomendó la misión de ir ante las autoridades y decirles que lo entregaría a cambio de la jugosa recompensa que por Heraclio se ofrecía y, una vez cobrada la repartiera entre los soldados licenciados por Bernal.
La instrucción dada a Crispín incluía llevar a la Acordada hasta el escondite donde Bernal agonizaba y una vez ahí les diría que él entraría a la cueva y le daría muerte y así fue. Lo que nunca supieron las autoridades es que Bernal ya estaba muerto por la enfermedad y que Crispín, efectivamente le dio un tiro, pero para simular que lo había matado y así poder cobrar la recompensa y cumplir con las instrucciones que le dio su compadre Heraclio Bernal.
Cabe señalar, que algunas familias de esos soldados que habitan aún hoy en día en la sierra de Cosalá y Durango, conservan algunas monedas de esa recompensa.
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