El Pueblo Señorial de San Ignacio de Loyola Sinaloa cada año festeja a su santo patrono
- Por primera vez en muchos años se celebrará de manera parcial debido al Covid – 19
San Ignacio de Loyola. Pueblo Señorial, Zona Trópico, Sinaloa, México, a: 31 de julio de 2020.- Los sanignacenses, tal como lo han venido haciendo desde hace décadas, con entusiasmo vinieron preparando los festejos de su santo patrono, que no es otro que San Ignacio de Loyola, de ahí el nombre de la cabecera municipal de este hermoso municipio.
El espíritu festivo de los sanignacenses, en particular de los de San Ignacio de Loyola, Pueblo Señorial, es muy reconocido, para todo hacen fiesta. Pero este 2020, la terrorífica pandemia del Covid – 19 o Coronavirus, prácticamente les está marcando una diferenciación relativa a observar las medidas de seguridad que han sido adoptadas ante esta pandemia.
Y es en este sentido, que las festividades en honor del Santo Patrono serán diferentes. Cabe hacer mención, que por lo general, cada año, antes de los festejos, publicamos el programa de eventos para celebrar estos días tan especiales para los habitantes de San Ignacio de Loyola: Misa para la celebración, La ruta 31, baile, cabalgata, eventos culturales, pero como ya señalamos, este año por motivo de la pandemia no habrá celebración, los sanignacenses y los visitantes que cada año acuden a los festejos hoy tendrán que esperar a mejores tiempos.
Incluso, este año, por motivo de la cuarentena se cancelaron varias festividades en el municipio: El Equinoccio de Primavera en las labradas, los eventos de Semana Santa y oficialmente también las festividades por el Día de San Ignacio.
La buena nueva que les tenemos es que no se ha cancelado la lectura y que mejor momento que este para conocer dos versiones acerca de este evento conmemorativo de los sanignacenses.
El Primero de ellos es de Juan Ramón Manjarrez y a continuación se los damos a conocer:
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El día de San Ignacio de Loyola y la fecha de fundación de San Ignacio; dos efemérides distintas.
Por: Juan Ramón Manjarrez Peñuelas
Una de las últimas regiones del noroeste de México, “conquistadas” por los españoles, fue la del Piaxtla. Estas tierras estaban habitadas por los Hinas, grupo indígena descendentes de los Xiximes y por tratarse de grupos muy belicosos, los españoles no habían podido establecer poblaciones, especialmente en la zona serrana, sino hasta unos 100 años aproximadamente, después de la intervención del conquistador Nuño Beltrán de Guzmán quien cruzó por esas tierras para fundar Culiacán en el años1531.
Teniendo noticias de la “perdición” de estas almas el Obispo de Guadiana (Durango) pidió a la compañía de Jesús (1629) que se encargara de la pacificación y conversión de los Hinas, responsabilidad que fue confiada al padre jesuita Diego Gonzales de Cueto quien ya tenía una larga experiencia de misionar en la sierra de Durango.
Así llegó a la región del Piaxtla el padre Cueto, como se le conocía, y después de una serie de vicisitudes pudo, en 1629, establecer comunicación amigable con los indios Hinas, logrando convencerlos que no venía acompañado de soldados “y ya desengañados, antes del anochecer, se habían juntado más de mil personas, entre hombres, mujeres y niños (…) Se determinaron luego todos a hacer población levantado, lo primero en tres días, una iglesia pequeña, hecha y cubierta de paja (…) Llamándole, el padre, Iglesia del Espíritu Santo” Según consigna Andrés Pérez de Ribas en su libro, Historia de los Triunfos de Nuestra Santa Fe, entre gentes las más bárbaras y fieras del Nuevo Orden. Teniendo como antecedente esa pequeña iglesia de paja, el padre González de Cueto, inició la catequización de la región del Piaxtla. (Antes ya había pasado por este lugar el padre Hernando de Santarén).
En1633, en la misión de San Ignacio ocurrió un acontecimiento que determinó la pacificación definitiva y por tanto la consolidación de la fundación del pueblo de San Ignacio.
El padre Cueto, ya muy disminuido de salud empezó a tener problemas con los indígenas quienes, según relata, Adres Pérez de Ribas, se estaban sublevando en contra del padre Cueto, existiendo incluso amenazas de asesinarlo, razón por la cual, en diciembre de 1633 entró a San Ignacio el capitán Bartolomé Juárez de Villalta con un grupo de soldados armados con arcabuces y mosquetes, en auxilio del padre jesuita.
En el encuentro el capitán bajó de su caballo y en presencia de todos se arrodillo frente al padre y le besó los pies y las manos. “Llegaron a San Ignacio como a las cinco de la tarde, entrando en orden militar entre salvas y algarabía y en respuesta se oyó el repique de campanas al unísono de chirimías, flautas, entre otros, ahí se encontraron con el padre Diego de Cueto en desastroso estado de salud casi sin poder caminar, (…) el capitán Juárez se hincó y suplicó le permitiera besar pies y manos y dirigiéndose a la multitud les pidió reverencia y respeto con el que habían de tratar al padre por la labor evangélica que estaba desarrollando en medio de tantos infortunios y que él siendo al que temían tepehuanes, xiximes, acaxes y otros grupos indígenas ponía su boca y ojos a los pies del padre y que ellos debían imitarlo”
Esta imagen poderosa y simbólica que conmovió y pacificó por largo tiempo a la región del Piaxtla, fue determinante en la fundación de San Ignacio. Sin duda, diciembre de 1633, es la fecha más importante en la historia de la fundación de San Ignacio.
Este breve relato es importante para no confundir los festejos de San Ignacio de Loyola, que como se sabe se realizan según calendario el 31 de julio, con la fundación del pueblo de San Ignacio, entendiendo que la fundación de los pueblos no ocurre de la noche a la mañana, ni como un acto específico, sino como parte de un proceso.
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Ahora vayamos con el segundo, que es una recopilación que en este medio hemos hecho a través de los años, esperamos les sea de su agrado: y que a propósito del Día de San Ignacio hoy 31 de julio de 2020 les compartimos de nuevo esta leyenda o historia
Eran los tiempos de la bonanza de esta región, con el auge de la minería, por lo que muchas personas de otras partes arribaban al lugar, así que cuando llegó aquel personaje al pueblito de Piaxtla, no se produjo ninguna extrañeza a sus moradores.
Era otro minero más, aquellos debieron pensar así, cuando una mañana, algunas mujeres lavaban a la orilla del río y vieron cruzar por sus caudalosas aguas a un jinete en su mula.
El forastero, quien venía en una mula color canela, trayendo un fardo amarrado al costado derecho del animal, una vez en el pueblo, preguntó a unos niños que jugaban cerca de la orilla del río, acerca de un lugar en donde pudieran alojarlo y darle de comer. Los mismos niños lo guiaron al único mesón del pueblo al que solían llegar y pernoctar los mineros y arrieros que iban de paso rumbo a sus casas. Ya en el mesón, el forastero ordenó pastura y agua para la mula y tras un ligero refrigerio servido por la esposa del mesonero, pidió a la señora que cuidara al animal durante su ausencia, ya que saldría a realizar algunas diligencias, entregándole a la mujer dos relucientes monedas de plata.
Transcurrieron 3 días sin que el huésped regresara al mesón. La mujer del mesonero compadecida de la mula que continuaba amarrada al poste donde su dueño la había dejado, decidió liberarla de la carga y quitándole los arreos la llevó al corral, para que cuando el huésped regresara la encontrara totalmente descansada.
Al día siguiente, como aquél no daba aún señales de vida, los dueños del mesón decidieron abrir el fardo y procedieron a deshacer el envoltorio y encontraron un santo de bulto dentro del costal. Ambos se quedaron pasmados al observar que las facciones del santo eran idénticas a las de su huésped. Advirtieron además, que del cuello del santo pendía un hilillo negro del que colgaba una carta. Como los mesoneros no sabían leer, mandaron avisar a la misión jesuita de Santa Apolonia, para que uno de los frailes misioneros les leyera el mensaje.
El fraile que acudió al mesón fue informado de cómo había llegado hasta allí el santo de bulto y luego procedió a leer el mensaje. Asombradísimo leyó: “Por mandato divino y voluntad propia quiero ser ungido como patrono de este pueblo”.
San Ignacio de Loyola, en vida se inició como Íñigo López de Loyola, nació en 1491 en Azpeitia, provincia Vazca de Guipazcoa de los reinos de Castilla.
Tuvo una formación militar y como consecuencia de haber sufrido fracturas múltiples en el combate de Pamplona, ante el invasor francés, decide renunciar a sus bienes y privilegios para hacer votos de castidad y ordenarse en la Compañía de Jesús.
Murió el 31 de julio de 1555 y fue 198 años después de su muerte, en el año de 1753, que los jesuitas se retiraron de los pueblos de esta región del Piaxtla.
Así está bonita historia
San Ignacio es uno de los municipios más bonitos de Sinaloa
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En este link encontrara lo que es la ruta de las Misiones en San Ignacio: Aquí>>
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