[accordions type=”toggle” handle=”pm” space=”no” icon_color=”#cbc5c5″ icon_current_color=”#c5c2c2″][accordion title=”Historia de Mazatlán” icon=”” state=”yes”]

Siguiendo con algunos de los pasajes de la historia de Mazatlán, que gracias al investigador Jesús Antonio Lerma Garay, hemos podido acceder a ellos en los IV volúmenes que publicó al respecto y que tituló; Historia de Mazatlán.

Pero lo más interesante de esto es que el autor también accedió a que fuéramos publicando distintos contenidos en los que se plasman algunos sucesos muy interesantes de nuestro devenir histórico.

Entonces, la de por si gigantesca labor de Lerma Garay consistente en hacer la recopilación de una gran cantidad de sucesos relevantes en la historia de Mazatlán, se agiganta al permitir que más personas accedan al contenido de sus obras.

Por ello, de nuevo le agradecemos y reconocemos su gran colaboración y trabajo.

Es nuestro mejor deseo que; todos en Mazatlán y, desde donde sea que nos lean, valoremos a personas como Lerma Garay, que con su esfuerzo contribuyen, por un lado a rescatar y preservar nuestra historia y, por el otro, a difundirla de manera masiva.

Ahora vayamos a lo que ya sabemos que a muchos les interesa, el pasaje histórico del viernes y en esta ocasión, muy a tono con el tema mundial, seleccionamos del volumen II de Historia de Mazatlán el siguiente tema:

“La Fiebre Amarilla en Mazatlán”

Y así lo plasmó Jesús Antonio Lerma Garay:

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La Epidemia de Fiebre Amarilla en Mazatlán 1883

En los primeros días del mes de julio de 1883 un elevado número de mazatlecos comenzó a mostrar síntomas parecidos a los de la Fiebre Amarilla en su primera etapa, pero que no se desarrollaba más allá, razón por la que fue bautizada por los mazatlecos corno enfermedad níquel. 

No obstante, las cosas cambiaron para el veinte de agosto cuando murieron algunas personas, la mayoría de ellos de la población flotante.

Herman Evers, mejor conocido como Germán Evers, era el administrador de la fábrica de algodón que existía en las cercanías de los muelles, y señala que esta enfermedad había llegado a Mazatlán en un barco proveniente de Panamá.

Hay quienes aseguran que la mayoría de las víctimas mortales lo fueron forasteros que se encontraban de visita en la ciudad, muchos de ellos atraídos por la presentación de la afamada cantante Ángela Peralta y su troupe. 

En un solo día más de dos mil personas se encontraban en cama víctimas de la fiebre amarilla. Tan sólo para el 25 de agosto, es decir en sólo cinco días murieron entre 350 y 400 de los contagiados.

Pero el peor período se presentó entre el primero y el ocho de septiembre. Los negocios estaban cerrados, muchos mazatlecos huían de Mazatlán hacia cualquier punto lo más alejado posible.

Las calles estaban desiertas y el único ruido que se oía era el de la Carreta de la Muerte transportando cadáveres hacia el cementerio.

Anclado en el puerto se encontraba el vapor estadounidense San Blas, cuyo contador, señor Wafer, cayó víctima de esta enfermedad.

Por temor sus compañeros de mar se rehusaban a darle sepultura: pero a cuatro de ellos no les quedó sino asistir al Panteón de Mazatlán para inhumar al recién fallecido.

Curiosamente estos cuatro marinos también murieron de la misma enfermedad.

Proveniente de Guaymas ancló en las aguas mazatlecas la goleta Consuelo, y de inmediato fue puesta en cuarentena.

Por órdenes del gobierno central, unos cuatrocientos soldados cuidaban la ciudad. Pero, también muchos de ellos, ciento diez, murieron víctimas de la fiebre amarilla: 

El dos de octubre los doctores de la localidad no detectaron nuevos casos de infectados, murieron las últimas dos personas previamente contagiadas

Por ello, el 13 de octubre, la junta de salud celebró una reunión y por vez primera desde que apareciera la temible enfermedad se expidió un certificado de salud. 


Véase lo que en carta particular que tenemos a la vista, escribe de aquella población persona que nos merece entero crédito:

«La fiebre amarilla nos fué traída por los vapores de Panamá, y del 15 de agosto al 13 del presente (septiembre) han muerto 408 personas, que es muchísimo para una población de 12000 habitantes que tiene Mazatlán. Figúrese usted el pánico horrible que aquí habría, sobre todo habiendo salido de la población sinnúmero de personas Para otros puntos del interior que también han sido infestados. Mazatlán parece un cementerio.»

La Correspondencia de España. Madrid. 23 de octubre de 1883. P. 2 Cortesía de la Biblioteca Nacional de España


Contacto con el autor:

Antonio Lerma Garay:

Cel: 6692805733 – Correo: mazatlandecimononico@yahoo.com.mx

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