No hay época del año en que las carreteras y caminos vecinales de Sinaloa, y de México, y del Mundo, no estén plagados de flora y fauna silvestre
- Increíblemente no tenemos conciencia de la importancia que tiene cada una de estas especies y a veces inconsciente, pero a veces conscientemente las destruimos a nuestro paso. Generalmente bajo el pobre y arrogante argumento de que invaden nuestras vías de comunicación, siendo que somos nosotros quienes invadimos sus espacios
- No existen políticas públicas al respecto y de proponerlas tardarían años en concretarse
Mazatlán, Zona Trópico, Sinaloa, México, a; 24 de Agosto de 2019.- Apreciables lectores, cuando de exponer casos que están contribuyendo al desastre medio ambiental que vivimos, procuramos reiterarles que somos enemigos de crear campañas utilitarias para señalar esto o aquellos. Dicho de otro modo; no somos partidarios de crear imágenes personales o de grupo basados en un elemento tan sensible como lo es la falta de cuidado que tenemos para con la naturaleza y todos los seres vivos que en su entorno conviven, incluyéndonos nosotros, aunque arrogantemente creamos que estamos por encima de ello.
Les consta, que cuando generamos una acción en este sentido, lo hacemos de manera personal, sin grupos de apoyo, sin ruido, sin autoridades. Eso sí, señalamos lo que tenemos que señalar sin dobleces y llamamos a quienes tengamos que llamar para que contribuyan en las soluciones.
Más claro, respetamos mucho los métodos que utilizan diferentes organismos, personas o asociaciones para impulsar determinadas acciones en pro del cuidado del medio ambiente. Más no nos sumamos. Y no por ser apáticos. Sino porque consideramos que no es envolviendo a un número determinado de personas y medios de comunicación para ejecutar una acción en favor del medio ambiente, en cómo se han de resolver las problemáticas.
Reiteramos, respetamos estas acciones, incluso las difundimos, pero eso no quiere decir que creamos en ellas. Y es que por ejemplo: en el caso que nos ocupa hoy, que es la monstruosa cantidad de flora y fauna silvestre que destruimos segundo a segundo en todos los caminos del mundo. Algo que en realidad es muy difícil de resolver dado que también segundo a segundo invadimos los espacios de nuestros compañeros de viaje, de vida, las especies animales y la flora.
En algunos lugares se han desarrollado campañas de conciencia al respecto, muy débiles por cierto, consistiendo en la mayoría de los casos en poner señalética al respecto.
Pero en la mayoría de los casos, no existe nada de información. Sinaloa se encuentra en este rango y es una pena, ya que es un estado que por su situación geográfica y estar ubicado en el Trópico de Cáncer (aunque en la actualidad esa ubicación ya es historia a renovar) es abundante tanto en flora como en fauna.
Es maravilloso lo que ocurre en Sinaloa en cuanto a su flora y fauna, ya que existe una variedad muy amplia de especies endémicas y migrantes, así como desplazamientos de fauna únicos, todo producto de estar Sinaloa ubicado en el Trópico de Cáncer.
Pero, esa cualidad que nos dio la naturaleza de no ver lo que no queremos ver es lo que nos convierte en verdaderos depredadores de nuestra flora y fauna. Y de este calificativo nadie nos salvamos.
Y podría darse el caso de que algunos de ustedes nos preguntaran: ¿Cómo es eso de que no vemos lo que no queremos ver?.
Les respondemos: la naturaleza nos dio la facultad de ver a través del órgano visual, algo maravilloso y complejo, mismo que entre otras cosas nos sirve para diferenciar, ubicarnos, conocer, en fin es algo extraordinario. Por ejemplo: quién de nosotros cuando nos desplazamos por los caminos de Sinaloa no nos percatamos de los paisajes, la flora, la fauna, el sol, la noche, en fin la maravilla del ver.
Pero la naturaleza es caprichosa y a veces nos juega acertijos, uno de ellos, entre muchos, es que nos dotó también de un órgano misterioso que nos brinda la facultad de no ver, lo que no queremos ver. En este caso, vemos, pero actuamos como si no viéramos la incesante destrucción de todo tipo de especies animales al paso de los vehículos que conducimos, o en que nos conducimos. Esa es la capacidad de no ver lo que no queremos ver y, lo peor es; que no lo sentimos.
¿Qué hacer en este caso?: de verdad difícil pregunta, dado que groseramente nos hemos arrogado el derecho y la creencia de que estamos por encima de la naturaleza y de que esta gira en torno nuestro.
Luego entonces: ¿Cómo, por lo menos mitigar este caso?:
Tomando conciencia y siendo muy precavidos y amorosos con nuestros compañeros de viaje y de vida, que son los demás miembros de este ecosistema que se llama tierra.
Esto de primera mano.
Ya en otro plano, políticas públicas eficientes y diseño de señalética apropiada, así como campañas de conciencia.
Eso es todo… Ojala y cada uno de nuestros lectores haga algo al respecto. Es nuestro mejor deseo.
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