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Filosofía Marismeña/Pueblos

MDH Ramón Larrañaga Torróntegui 

23 de Mayo del 2017.- Paseaba por las calles del pueblo.- Agarre la principal, luego entre a una lateral hasta desembocar en las callecitas escondidas, olvidadas, estrechas, esas que se encuentran en los finales de la población, las que no ven transitar gente (Solo sus moradores) Casitas llenas de perros, flores, un burro en el corral con techo bajo y tejas.

Es una mañana soleada en un rincón alejado de los murmullos que las calles principales exhalan, aquí es silencio, tranquilidad, nostalgia, alarido de perros alertando la presencia de un extraño en sus dominios. Una mañana para disfrutarla sin el quehacer diario, en el silencio inmediato. Un aire fresco llegaba muy diferente al de los carros en la ciudad.

Una pequeña casa estaba llena de macetas con plantas y flores, denotaban haber sido regadas un corto tiempo antes. Me puse a imaginar una vida en esta forma mientras observaba que una señora entrada en años con escoba en mano limpiaba el patio trasero mientras su esposo recostado descansaba en una hamaca. Me puse a especular sobre la posible vida de esta mujer y su forma en llevar a diario la rutina se hizo presente.

Levantarse temprano, hacer el desayuno, barrer, lavar, trapear, dar de comer a los animales, luego pasar a cocinar la comida para poder sentarse un rato frente a un televisor a disfrutar su novela, quedándose dormida. Los citadinos le llaman vida tranquila.- Ellos están en espera del día festivo  para pasear por el pueblo, saludar a los amigos, ir a la iglesia, arreglarse un poco y volver a la rutina diaria. Me encanta desarmar y amar este tipo de historias misma que sirve para desarmar y reconstruir, reprobar y programar hasta encontrar ese algo que se lleva muy dentro, lo bueno y malo de las pasiones que encantan, cimbran los sentidos y no encuentran respuestas adecuadas.

Encontrar lo que nos apasiona, sufrir por ello, ser original en esa transición, distinguir lo uno de lo otro en los sentidos espirituales repletos que sienten, limitan, aman, distinguen, buscan intereses y terminan por hacer cosas que uno no quisiera. Siempre alejado y cerca de las pasiones por encontrar ese elemento en él como somos, sus estados de ánimo, la confusión de la realidad, estar deprimido ante una circunstancia, ser feliz conforme se encuentra los supuestos buscados y encontrados.

Los hijos tienen la oportunidad en salir a la escuela, dar paseos, charlar con sus amigos (as) ahora con el celular mandarse recados, hablar, hablar, sin cansarse en hacerlo, ellos (as) viven contentos, dejan pasar el tiempo, les anochece y regresan a casa o charlan en la banqueta a fuera de su casa, eso las (os) hace felices  como cuando escuchan que el celular les suena se ponen contentos. Los padres ven como crecen sus hijos, se van lejos, les hablan de vez en cuando, los mantienen al tanto de sus vidas desde el lugar en donde se encuentran y esa llamada los hace felices.

Bueno, esta imaginación da para más pero es un acercamiento a lo real de sus vidas la cual gira entre trabajar y salir de vez en cuando, mientras su hijos asisten a la escuela, ríen con sus amigos, viven contentos, se hacen bromas, comentan  por el celular. En esta reflexión me encontraba con la cabeza abajo mirando un nido de hormigas cuando se me acerco un hombre chaparro y como si me quisiera confiar un secreto casi susurrando me saludo. Posiblemente estaba queriendo saber ¿Qué andaba haciendo vagando por este lugar? Había estaba parado mirándome de pies a cabeza, probablemente midiéndome, pensando ¿Quién es? Bueno cada quien hace con su tiempo lo que considere conveniente, yo, en ese momento era libre para donde el huarache apuntara.

Ya habían pasado dos o tres horas desde que inicie la caminata, pero el tiempo se había pasado volando, no lo ha sentido. Decidí continuar caminando, le di una vuelta a una esquina y no se vislumbraba un cambio, las casas eran iguales. Pensé en aquellos años cuando niño que me divertía vagando por diferentes lugares, pensé en mi padre, sus caminos recorridos, lo reservado en sus cosas “Poco sabia de sus intimidades” prefería guardarse sus molestias y alegrías por eso no dejaba en sorprenderme la sencillez con la que se vive como si estuviera en medio de una película mexicana en época de la revolución.

Gente sencilla que lo menos que conoce es estar pensando en cuando se jubila o le entregaran por ello, gente que no sabe lo que es el internet, el celular y sus nuevas aplicaciones mucho menos dedica tiempo a leer un libro. Solo se siente el silencio, su calma, cada cual a sus labores diarias, cotidianas en una vida que se puede valorar como reposada y pensar en que se saborea pero supongo que no es así al estar presente la necesidad en tener que comer.

Bueno, ya regrese al lugar de donde partí, diría que la caminata me rejuveneció, me hizo reflexionar, pude observar a personas a la orilla del pueblo dedicados a su vida cotidiana, quienes estaban muy atareados y me dieron un saludo al pasar cerca de ellos. En lo personal pienso no es bueno el estar solo, no es fácil abandonar la nueva tecnología, sería un verdadero reto el lograr hacerlo, superar la dependencia y descubrir nuevamente ese mundo que hace muchos años deje atrás.

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