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FILOSOFÍA MARISMEÑA/ HISTORIA (SAN IGNACIO, SINALOA)

MDH RAMÓN LARRAÑAGA TORRÓNTEGUI

21 de Abril del 2017.- Lo primero que debemos pensar es que los grupos nativos en esta zona tenían variaciones en cuanto a los comportamientos de los grupos del centro de México lo que representa que la aportación de los Jesuitas y vascos en la zona es sumamente importante en cuanto a la conducta que manifestaban los nativos a la llegada de estos. Los nativos en la zona de San Ignacio, Sinaloa eran pequeños grupos dispersos que se derivan de aquellos (Centro), pero cambiaron muchas acciones ante la diversidad por vivir aislados y en constante peligro, esto los hizo agresivos, desconfiados (Ladinos). Algunos hablaban náhuatl, pero la esencia de su lengua se quedó en lo desconocido. Los Jesuitas los clasificaron como una sola y misma tribu, sin asumir otras tesis por costumbres, tradiciones, sentido de pertenecía.

La sierra de Ajoya y los Frailes fueron el refugio para muchos nativos y sólo entre ellos se reconocían, se fueron mezclando unos con otros, cada cual con sus dioses. Allí se mantuvieron muchos años  pese a la presencia del conquistador cerca de ellos, cambiaban de lugar para no ser localizados. Adoraban la naturaleza y hacían una serie de ritos para que llegara la lluvia, dando ofrendas a sus dioses (Mantenerlos contentos). Había temor de que sus dioses se enojaran, (Sus Dioses eran buenos y malos) según les fuera en la fiesta por eso hacían plegarias, debían adorarlos para garantizar la recompensa (Agrícola, caza, parto, hijos, lluvia, enfermedades)

La zona cuenta con miles de brotes de agua caliente, uno de ellos está dentro de la primer casa misión de San Ignacio, frente de lo que hoy es la Iglesia “Escobera de Luis Loaiza, antigua casa de la familia Osuna”, esta se aprovechaba para el rito de lavar a la mujer después del parto, al recién nacido para que no murieran por exposición post parto. Aprovechando la madera en la zona hacían muñecos de madera, de barro quienes los cuidaban en su hogar o cueva.

La mujer nativa quedaba sujeta a un sin número de ritos religiosos relacionados con su función de mujer. Le formaban un carácter fuerte para que pudiera ayudar a su esposo, cuando cometía una falta se castigaba al igual que un hombre (Aguijoneaban la palma de la mano con punta de maguey). Era una zona pobre, despoblada, no contaban con socialización de ningún tipo, se les exigia castidad para casarse. Los conquistadores decían que las nativas, eran lujuriosas (Las tomaban sin su permiso). Aprendieron a abortar con yerbas. Los Jesuitas decían que eran mujeres muy virtuosas, trabadoras, que ayudaban a sus esposos, incluso más trabajadoras que el marido. Las viejas podían regañar a las jóvenes y estas se quedaban calladas (Respeto), daban consejos, la hacían de matronas en los partos y de casamenteras al buscar marido (Celestinas).

Refieren los Jesuitas que andaban desnudos (as) y les enseñaron a tejer para que se vistieran con ixtle raspado de las pencas (Lechuguilla silvestre). Usaron la cochinilla del maguey para teñir, también la flor de Xochipilli, el color amarillo lo tomaron del caracol traído del mar (Labradas).-El día de muertos pensaban que los difuntos parientes regresaban a visitar a sus familiares y para ellos ese día les preparaban comida, pulque, cigarros. Usaban flores en la olla donde los enterraban, los sentaban en cuclillas y la rellenaban de flores.

Los Jesuitas encontraron como estimulo motivacional enseñarles música y esto los atrajo, eran muy afectos a escucharla, se hicieron tamborcillos de cuero de venado (Percusión), sonajas de caracol, flautas de cañas. Los inician en cantos sacros y ellos se ponían a bailar.

Era frecuente que los conquistadores tuvieran hijos con nativas y sus madres los dejaban abandonados en la puerta de la misión al no poder proporcionarle alimento o los abandonaban en el monte. Llego un momento en que los frailes tenían muchos niños para criar. Fue así, como fundaron una casa para niñas y otra para niños dividiendo la casa misión (Extendiéndola hasta la esquina) Allí, les enseñaban un oficio (Tejer, cocinar, bordar), las primeras letras, música, canto, religión y les buscaban un esposo.

A  los hijos de los conquistadores se les enseñaba a leer, escribir, aritmética por una módica cuota, dando origen a la educación privada. Llego el momento en que el problema se agravó por tantos casos que se estaban presentando. Se inicia la búsqueda de una casa, de una familia decente (cristiana), para que se hiciera cargo de la niña abandonada, misma que servía en las labores de ese hogar y quedaba alejada de la tentación.

La reina Isabel la Católica, al enterarse de este problema que era en toda la nueva España, envió mujeres ejemplares para que iniciaran los internados, escuelas para indias, conventos, beaterios. Dio la orden para que los colegios para Criollas no los manejaran monjas, sino mujeres con experiencia matrimonial, solteras en edad madura. Ellas enseñaban el catecismo, lectura, escritura, aritmética, música, tenían que asistir diariamente al rosario y a misa. Los colegios para señoritas iniciaron en poblaciones más grandes, alejadas y los padres las llevaban para dejarlas internas sin contacto con el mundo.

En San Ignacio, Sinaloa, se fundó una casa para niñas naturales y, viudas, dirigida por el clero con patrocinio de Vascos (Sin los recursos necesarios para asegurar honestidad y buenas costumbres). El día de su inauguración se enterró un cofre lleno de monedas en alguna parte de esa casa, señalando la fecha de su inauguración (Se encuentra en alguna de las que está actualmente atrás de la Iglesia). Los Jesuitas y Vascos le dieron un lugar preponderante a la música y a la formación femenina de la mujer (la castidad, religiosidad y buenas costumbres eran los elementos básicos a enseñar). Los vascos provenían de Guipúzcoa y llegaron en busca de minas.

La misión quedó en su lugar, mientras el templo se construyó frente a la misma.

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