[dropcap style=»circle» color=»#fef4f9″ bgcolor=»#de6fa6″ sradius=»0″]P[/dropcap]ero cuando hablamos de las mujeres: Madres, o Mamás, el término mujer, sencillamente se eleva a una dimensión sublime, que a los hombres y a no pocas mujeres, Madres incluso, sobretodo, las que han sucumbido a las doctrinas de la producción y el esclavismo consumista, les es materialmente imposible de entender y, mucho menos adoptarlo como el modelo a seguir
Y es que en este sociedad, que no mundo, que nos viene tocando vivir, la enorme mayoría de los seres humanos, hemos pasado de ser eso, a objetos, a estadísticas, a segmentos o nichos de mercado, a eso. Simplemente vean los anuncios publicitarios previos a este día de las Madres y se darán cuenta de cómo nos conceptualizan: El celular para Mamá. Las Compras en las tiendotas. Y así una larga, larguísima cadena de bombardeos consumistas. Es decir, la felicidad de las Mamás radica en lo que les quieren vender los demás. Así de simple.
La verdad es, que los abusivos empresarios, que en realidad fueron ellos los que crearon este día y todos los demás, incluso las distorsiones de Navidad y tantas otras fechas, siendo su más reciente engendro, “El Buen Fin”. Que en realidad no tiene nada de malo que se hayan instituido como fechas memorables sinónimos de festejo. Lo malo son las inducciones al consumo desenfrenado y ridículo. ¡Cómo que regalarle a la Madre en su día, enseres del hogar!… ¿Para que trabaje más, pero más cómoda. O qué???… Y así una cadena interminable de aberraciones más.
Lo preocupante es, que hemos venido cayendo en este juego perverso, en el que solamente unos cuantos se benefician de lo que con tanto amor, sentido humano y cariño, las Madres han venido construyendo a lo largo de la historia de la humanidad. Y es que nadie puede negar, que casi y, digo casi, porque de que hay algunas Madres que no lo hacen, las hay, pero para fortuna de la raza humana, terrícola, la mayoría se guían por sus innatos sentimientos amorosos, intuitivos, y aunque a muchos y muchas personas les suene raro, por su sentido animal. Si, ese que en aras de la modernidad nos han tratado de borrar de nuestro ADN. Ese que nos dicta que debemos de estar en armonía con todo lo que nos rodea. Ese que nos da el verdadero sentido del amor. En fin, ese que nos hace, aunque no pareciera, más humanos. Si no nos creen, analicen el amor de la mamás animales, la mayoría, aunque aquí también hay excepciones, es, por decir lo menos, ejemplar.
Y somos los hombres, los que con nuestra ceguera empresarial, triunfadora, dominadora y “vanguardista”, los que no nos hemos percatado, que como hombres hemos creado un mundo artificial: de negocios esclavistas, de mercados, de números, de finanzas salvajes, de guerras, de destrucción, de competencia atroz, de consumismo insaciable, el cual denominamos; “prosperidad”.
Mientras las mujeres, han creado un mundo que se guía por los sentimientos: el amor, la empatía, la comprensión, la delicadeza, la tranquilidad y el goce de la convivencia humana. De esta manera, hemos creado dos mundos, opuestos totalmente, siendo el de las mujeres Madres, incomprendido, sobretodo por los hombres, que no alcanzamos a entender, ¿cómo es que una Madre, comprende tanto al hijo o a la hija que comete los desde la perspectiva masculina, imperdonables errores o fallas?. ¿Por qué, aunque él hijo, o la hija, o los hijos, se comportan mal con ella. En cuanto los ve o le hablan, todo se le olvida y envuelven todo con amor?. Y no me alcanzaría el espacio virtual de esta medio para enumerar miles de ejemplos más, mismos que escapan a la comprensión del mundo de los hombres y al de no pocas mujeres que lamentablemente, cada día más, vienen adoptado el modo perverso masculino como un modelo apropiado a ellas. Nada más irracional.
Ese mundo amoroso y empático de las Madres, es la única barrera que nos queda para recordarnos que más allá del dinero, el consumo salvaje de cosas, los actos denigrantes, las guerras, los robos disfrazados de políticas públicas, las malas acciones, entre muchas cosas negativas más que prevalecen en el mundo actual, no son humanas, no pertenecen al verdadero diseño con el que fuimos creados.
La Madres, las verdaderas madres, son, más allá de las progenitoras de las razas humanas, las que con su modo de ser, impregnan al mundo de los buenos sentimientos, de armonía y de verdaderos seres humanos. A todas ellas, les pedimos, les rogamos, que nunca dejen de ser esas Madres ejemplares y llenas de buenos sentimientos.
Siendo nuestro mejor deseo que no se dejen contaminar por este mundo perverso de los hombres, por el contrario, que busquen la manera de curarnos de tanta estupidez, de tanta insensibilidad. Sé que pueden hacerlo, y lo necesitamos con urgencia los hombres, y no pocas mujeres, que han sucumbido a las desgracias del mundo de los hombres, es decir, el de los mercados.
Felicidades a esas Madres humanas…
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