Acompañemos a Rubén Romero Ibarra en un paseo por la historia de los Niños Héroes, los que muchas generaciones de mexicanos han considerados héroes y mártires, pero que a los ojos de estudioso de nuestra historia las cosas con respecto a estos personajes no son tal como nos lan han pintado. Así que dispónganse a leer las conclusiones a las que llegó el autor del presente sobre este capítulo de nuestra vasta historia
Por: Rubén Romero Ibarra
Mazatlán, Zona Trópico, Sinaloa, México, a; 13 de septiembre del 2024. No es novedad, que en nuestros días; la verdadera historia mexicana, poco a poco, se ha ido develando con todas sus aristas, mentiras y glorias ante una ciudadanía más crítica, cuestionadora y propositiva, para la que las redes sociales han jugado un papel determinante. Y es bajo esta premisa que abordaremos el tema de Los Niños Héroes en el Castillo de Chapultepec.
Y comienza nuestro viaje a través de la historia:
El 13 de septiembre de 1847, bajo la inminente derrota del ejercito mexicano ante el Ejército Norteamericano, ante la Invasión estadounidense, se dispusieron para la defensa del Castillo más de 800 soldados en diferentes posiciones, 250 hombres en la barda sur y trinchera poniente del bosque, 160 hombres en hornabeque, 80 en el lindero norte del bosque, 92 en la glorieta de la rampa de acceso, 42 en la trinchera inmediata a esta glorieta, y en el Castillo de Chapultepec 243 hombres, sin contar a los jefes, oficiales y alumnos del Colegio Militar. Contra un ejército de más de 7000 soldados comandados por los generales Winfield Scott, James Longstreet y Ulysses S Grant.
En 1847, el veterano de guerra de la independencia, Nicolas Bravo, era el líder de los cadetes del Colegio Militar, su director, el general Mariano Monteverde y Santiago Felipe Xicoténcatl jefe del Batallón de San Blas.
Cuando las cosas se pusieron muy difíciles en El Castillo y que se sabia que era una lógica derrota, los jefes del Colegio militar les dijeron a los cadetes que se fueran a sus casas porque no estaban preparados aún para la batalla, pues no habían concluido su instrucción militar, muchos se fueron, sin embargo, por su propia voluntad se quedaron 50, dentro de esta cifra, se encontraban los 6 cadetes que la Historia mexicana ha nombrado Niños Héroes, Juan de la Barrera, 19 años, Agustín Melgar, 18 años, Vicente Suarez, el primero en morir, 14 años, Francisco Marquez, 14 años, Fernando Montes de Oca, 18 años y Juan Escutia, de 20. Es así y después de ver la edad de los cadetes nos preguntamos ¿A dónde están esos niños que tanto nos habla la historia? Primer mentira, sólo había dos adolescentes, y los demás eran mayores de edad.
Y si abordamos la ficticia historia mexicana, por supuesto oficialista, del Niño Héroe envuelto en la bandera, como lo fue Juan Escutia, que tenía 20 años y formaba parte del Batallón de San Blas, por muchos años y, aún en nuestros días, nos han mantenido en una cortina de humo. Lo cierto es que en la historia de nuestros libros de texto nunca aparece el nombre de Margarito Zuazo, quien fue miembro del Batallón de Mina y fungió como Capitán de artillería en la Batalla del Molino del Rey, el 8 de septiembre de 1847, y que en un acto desesperado, Margarito al ver caer a sus jefes en batalla, Antonio de León y el Coronel Lucas Balderas, se quitó su chaqueta de soldado y su camisa, enredando su cuerpo en la bandera de México, con la intención de salvarla del enemigo, luego, Margarito regresa al la batalla con la bandera oculta entre su camisa y su chaqueta y así murió. Cuando encontraron su cuerpo se dieron cuenta de tal Gesta Heroica, este pabellón en la actualidad está resguardado en el Museo Nacional de Historia.
Luego entonces, cuando los seis Niños Héroes del Castillo defendieron por voluntad propia este sitio emblemático y estratégico de las fuerzas militares mexicanas, emulando la Gesta Heroica de Margarito, el gobierno de ese entonces, decidió también cubrir de gloria a Juan Escutia y a los otros cinco cadetes restantes, que si defendieron El Castillo, sin embargo, la hazaña que realizò Juan Escutia, de saltar y enredarse en la bandera, considerando la distancia donde se encontraba el lábaro patrio y de donde saltó, sólo un Superhéroe de Marvel podríe haberlo realizarlo. Este evento representa la segunda mentira.
Cuando los norteamericanos se apoderaron del Castillo de Chapultepec, en un acto invasivo y expansionista, con el pretexto de que México se había endeudado con el gobierno estadounidense y no podía pagarles; ya tenían el firme propósito que México les vendiera territorio, fue así como por medio del tratado de Guadalupe Hidalgo, firmado el 2 de febrero de 1848, México cedió la mitad de su territorio, anexándose a USA los territorio de California, Nevada, Uthah, Nuevo México, Texas, Colorado, Arizona, parte de Wyoming, Kansas y Oklahoma. Y solamente así terminó la guerra de USA vs México. Sin embargo, México no sólo le vendió territorio a USA en esta ocasión, el 30 de diciembre de 1853 se firmó una venta de una región llamada “La Mesilla” que se encuentra en una zona de Arizona y en el Sureste de Nuevo México.
Respecto a la bandera de México del Castillo de Chapultepec, que el Ejército norteamericano se la llevó como “trofeo y botín de guerra” y la resguardó en la Academia Militar de West Point, no fue, sino hasta 103 años después, que la bandera del Castillo regresa a México, siedo el presidente Norteamericano Harry S Truman, a través de su enviado especial, el general Wade Haislip, que el 13 de septiembre de 1950, en una ceremonia muy emotiva en Chapultepec, junto al monumento de los Niños Héroes, que el presidente de México Miguel Alemán Valdés, recibe a manos del general Haislip, subjefe del Estado Mayor del Ejercito de USA, la primera de las Insignias, en el acto protocolario, el embajador Walter Thurston expresó estas palabras: “Señor presidente, mi país devuelve las banderas que ha tenido el honor de custodiar” Después de este acto, fueron entregadas todas las banderas de manos de los cadetes norteamericanos a los cadetes mexicanos.
Y repasando el evento de invasión al Castillo de Chapultepec, el 13 de septiembre de 1847, el oficial Gideon Pillow fue herido en una pierna y fue llevado al Castillo en una manta, cargado por cuatro soldados norteamericanos y Pillow afirmó: “que al entrar al Castillo fue testigo cuando la bandera mexicana fue bajada de su asta y entregada por el mayor Seymour, al General George Cadwalader, quien momentáneamente había asumido el mando.”
Los soldados norteamericanos, admiraron el gesto heroico de los defensores del Castillo de Chapultepec, pues después de 13 horas de bombardeos, donde se dispararon mas de 2 mil proyectiles sobre el Castillo, aproximadamente uno cada 23 segundos, los soldados mexicanos no dejaron de luchar, después de esto, la mañana del 13 de septiembre de 1847, dos columnas de soldados avanzaron para iniciar el ataque final. Esto si es una gran verdad y acto heroico no inventado.
El presidente Truman había visitado San Juan Teotihuacán, México, en marzo de 1947, aunque previamente, el 13 y 14 de septiembre de este mismo año, se habían conmemorado 100 años de la Guerra de USA contra México y la defensa del Castillo de Chapultepec. Y en este mismo mes de marzo, se anunciaron los hallazgos de los restos mortales de los Niños Héroes, en donde el gobierno declaró, que fueron encontrados todos juntos y que las pruebas de ADN coincidían, y sobre esto ultimo la pregunta es: ¿Cómo es que se encontraron juntos todos los restos de los seis niños héroes si el ataque al Castillo provocó, por lógica, una situación de desbandada y abandono de ese recinto?. Esta pudiera ser la tercera gran mentira y dejar por sentado que, la leyenda y epopeya histórica de Los Niños Héroes de Chapultepec; sólo existió en la mente de Amado Nervo, o quizás este poema patriótico se le pagaría por encargo del gobierno mexicano al celebre escritor, poeta y periodista nayarita.
Respecto a la devolución de las banderas y estandartes de esta Gesta Heroica en el Castillo de Chapultepec, de parte de los norteamericanos, contra todo pronóstico, existe suficiente información de que esta entrega fue a iniciativa del gobierno estadounidense, y no del mexicano, pues después de muchas disputas sobre el tema de la devolución, por parte de políticos norteamericanos, por fin, en el gobierno de Harry S Truman, aprobó dicha iniciativa y se decidió regresarlas a donde pertenecían. Existe un antecedente que el representante de Texas, Maury Maverick, lo sugirió en 1936 al congreso de su país, luego esta idea fue debatida en 1942, pero sólo hasta que este tema fue debatido ante la máxima autoridad del país, es que se aprobó la entrega.
Pero lo más contundente de estas grandes mentiras, es que todas estas verdades y evidencias se encuentran en la historia de México y en investigaciones de historiadores mexicanos y extranjeros. Y esto último, nos convierte en un país que no nos gusta leer, cuestionar e investigar.
Usted que opina amable lector.
Comentarios del Autor.
Cuando era un niño de quinto año de primaria, nuestra maestra, en fechas del 13 septiembre, nos ponía a dramatizar la gesta heroica de Los Niños Héroes, y aunque desde el primer año de primaria siempre me imaginé ese salto, de Juan Escutia, como un salto infrahumano; no tenía información suficiente para cuestionarlo, fue hasta el quinto año cuando apenas había cumplido los 11 años, que en un acto de inocencia deliberada, le pregunte a mi maestra. ¿Oiga Señorita, y cómo le hizo Juan Escutia para saltar hasta donde se encontraba la bandera y aparte envolverse en ella? Ella Respondió:
-Mira muchachito, esta es la historia de México, son las hazañas de nuestros héroes, y las escribieron hombres muy estudiados, así que no tenemos por qué cuestionarlas, pues como haya pasado, los Niños Héroes representan el respeto a nuestra bandera.- -Ahh, disculpe maestra- Conteste cabizbajo…
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