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Domingo de Historias: Cuento El Trámite los Orígenes del Marcado Municipal del Pueblo Mágico de El Rosario

By Héctor Lizarraga

September 13, 2020

 

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Agradecemos la colaboración para la elaboración del presente de: Profa. Nacy Hubbard y Dra. Karla Murray

Este es un relato testimonial. (Basado en hechos reales)

En reconocimiento a la labor del sr. Carlos Hubbard Rojas.

Los antecedentes del Mercado Municipal de El Rosario

Desde muy temprano, como todos los domingos, empezaron a llegar los marchantes. Compradores y vendedores del lugar y de poblados cercanos iban llenando la plazoleta conocida como “Paseo Madero”, donde vendían sus productos. Cosechados principalmente de propia mano. Al amanecer todo parecía un mosaico de bellos matices. Colores verdes, anaranjados, rojos morados de las hortalizas.

Lechugas, apios, zanahorias, rábanos, betabeles, hasta diversas flores frescas y olorosas, todos acomodados en cuadrados casi perfectos para que los compradores pudieran ver la mercancía. Los marchantes empezaron a llegar y el lugar pronto se vio lleno de gente que como con cierta prisa transitaba entre los puestos. Deambulaban comprando lo que necesitaban y que traían en una lista anotada en un pedazo medio arrugado de “papel de envolver”.

Una de los primeros en acomodar su mercancía era doña Tina Chirinos con su mesa llena de ollas y cazuelas de barro cocido y que a pesar de ser de piel oscura siempre cubría su puesto con un lienzo blanco de manta, “por aquello del sol”.

Se oían los pregones anunciando las diversas mercancías, el olor del menudo, el atole, las gorditas, el profundo rojo de los tamales nixcoco y demás comidas se extendía por ese rectángulo formado por la cantina de los Ardito y la cervecería “Listón azul” de los Díaz de León al oriente y la tiendas “Central” de los Echeagaray , la tienda “El Progreso” del “ruso” Ilizky, que en realidad era de origen vasco, (España), y el “Palacio De Cristal”, al poniente.

Al sur estaban situadas algunas abarroteras como la de los Pimienta, los Ontiveros, y otros más, pero acá estaba el grueso de los marchantes ayudados por los cargadores que sin camisa y con un pedazo de manta se cubrían la espalda donde se posaban los pesados costales de maíz y frijol.

Algunos cargadores portaban canastos de carrizo con los que auxiliaban a los compradores para transportar las mercancías adquiridas. Todo lo anterior en un tremendo mar de voces, gritos y rumores. Esa era la fiesta de la vendimia de cada domingo en el pueblo.

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La Visita del Lic. Miguel Alemán Presidente de la República Mexicana a El Rosario

Ese domingo era especial pues se rumoreaba que el Presidente de la República, que estaba de gira por Mazatlán, iba a visitar el pueblo.

El ronroneo de los cuatro motores del avión le arrullaba mientras recordaba los eventos de hacía escasamente un año; Era un lunes 23 de julio de 1951, la casa del presidente municipal lucía esplendorosa, llena de luces y flores por doquier. Las mesa cubiertas de bella manteleria de tergal organza y tafetán estaban distribuidas estratégicamente por la gran sala, de manera que hubiere un lugar para bailar. Bajo una serie de hermosos candiles de cristal cortado, se encontraba la mesa de honor cubierta con un bello mantel de Bruselas.

No siempre se recibía a un Primer Mandatario de la Nación, y esa noche ahí estaría, sí, era histórico, pero todo tenía que ser con la máxima discreción. Para la orquesta, que era del lugar, se elaboró un estrado. Todo se hizo y se hizo bien, en tan solo veinticuatro horas, pues les avisaron un día antes de la importante visita.

Ya pasaba de las diez de la noche. Los puestos de madera de la Plazuela Pública que quedaban frente a la casa del primer munícipe estaban ya cerrados. La policía local daba rondas espantando a los pocos transeúntes que deambulaban por la misma.

Por la calle Granados llegaban coches que lentamente y en silencio se iban aparcando en la acera frente a la plazuela.

Los ocupantes bajaban y de inmediato eran introducidos a la gran sala donde la Orquesta Borrego tocaba suaves valses de moda. No hubo un orden de acomodo de los invitados pues no sabían quienes vendrían ya que salieron de incógnito desde Mazatlán, así que ahí estaban relajados tomando jaiboles y botanas, bailando al ritmo de “Club Verde”, “Viajera” ,”Mi Cafetal” y otros éxitos de moda.

Los Secretarios de Estado, Gobernadores, Altos Jefes Militares, Banqueros, Industriales, al principio como que no querían, pero después no paraban de bailar, todo era camaradería.

El Jefe del Departamento del Distrito Federal, licenciado Casas Alemán, resultó ser un excelente bailarín. Lindas damitas de la sociedad del lugar se encargaban de no dar tregua en la bailada.

Los brindis se daban al por mayor, el choque de los vasos era continúo, se brindaba por el éxito de la gira, por los trabajos realizados y sobre todo por la campaña electoral del próximo año.

Estando sentado junto al Coronel Serrano, comienzan los comentarios acerca de varios temas sobre todo de política, el siguiente año habría cambio de gabinete, pero poco a poco lo fue encaminando hacia el avance del pueblo:

-¿Y cómo ve al pueblo, mi Coronel?, Pregunto, como al azar, para abrir plática.

-En términos generales bien. Dijo el Coronel. Se mira limpio, algunas calles ya están pavimentadas, aunque siguen estando chuecas, bromeó soltando una risita.

– Y eso que le hemos hecho la lucha por enderezarlas, le contesté, siguiéndole la broma.

-Carlos, tú no te dejas curar parado ¿verdad?, para todo tienes respuesta

-Usted sabe Coronel que en El Rosario si no eres cirquero, te hacen.

-Bueno, eso sí. Y bueno, realmente ¿Qué le hace falta al Rosario?, preguntó el Coronel.

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¡¡¡A El Rosario le hace falta un Mercado!!!

Entonces el presidente municipal que no perdía palabra de la plática, dijo casi gritando:

-¡Un mercado…

Quienes alcanzaron a escuchar la voz de Memo Elizondo, voltearon a verlos un poco curioso pero sin entender de qué se trataba. El Coronel sin dar tiempo de nada, como todo buen coronel, tomó a Carlos de un brazo al momento que le decía:

-Súbete a esa silla y anuncia que le vamos a construir un mercado a El Rosario, y recalcando dijo, “Que es mi tierra..¡¡¡

Sin pensarlo y sabiendo lo importante que era la oferta, Carlos ágilmente, a los treinta y nueve años lo era, se encaramó en una silla que el presidente municipal le arrimó y además le detenía, porque él se tenía que agachar, casi pegaba en las lámparas. Como puestos de acuerdo la orquesta dejó de tocar y el “Neto” Borrego con su resonante trompeta dio un toque de atención. Quienes bailaban y los que no se habían dado cuenta de lo que sucedía, inicialmente se sorprendieron, aunque luego aplaudían.

Ya envalentonado, Carlos. Impostando la voz y con la mayor seriedad hizo el anuncio:

-¡Señores, Amigos, Amigos de El Rosario. Nuestros invitados, encabezados por el señor Presidente de la República, contribuirán para la construcción del mercado municipal……¡¡¡. El que vaya aportando recibirá un beso de nuestra bellas acompañantes.¡¡¡…….. ¡¡¡Bravo… Bravo¡¡¡ gritaron todos y se escuchó una cascada de aplausos.

Se bajó de la silla y sin darse cuenta como, ya tenía un sombrero en la mano y empezó la colecta. Tras él iban bellas damas quienes hacían que el donador fuese bailando al ritmo de “María Cristina me quiere gobernar” que la Orquesta Borrego interpretaba a todo pulmón.

Carlos, al no tener nada más a la mano, cogió una cajetilla de cigarros Raleigh y por el dorso anotando con su pluma fuente, el nombre del donante y gritando el monto…

-Licenciado Pérez Arce… ¡mil pesos!.. Licenciado Casas Alemán … ¡mil pesos! Capitán Ampudia… Capitán Álamo… Por acá el General García Valseca que no quiere que diga su nombre… pero también le toca bailada… ¡mil pesos!…

Como haciéndose desentendido, Carlos no se animaba a acercarse al Licenciado Alemán, por su investidura y como no queriendo la cosa volteó con el Coronel Serrano y éste le indicaba con la mirada que fuera con él.

Haciendo de “tripas corazón” y sudando frío, se fue acercando con el sombrero por delante y el Licenciado Miguel Alemán le dio su aportación personal de mil pesos más veinticinco mil pesos a nombre de la presidencia de la república.

-Esto como una muestra de amistad del Distrito Federal para El Rosario, tierra del Coronel Carlos I. Serrano.

El Coronel Serrano, quien se había quedado atrás en la carrera presidencial, con una inclinación de cabeza Agradeció el gesto.

Walfa Pechir sin pensarlo mucho, tomó de la mano al señor presidente y lo sacó a bailar mientras todo mundo aplaudía.

Así, poco a poco fue recogiendo la donación de todos los visitantes asistentes al jolgorio.

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Don Adolfo Ruíz Cortines 

Era un gabinete formado por personas jóvenes y esa noche era la ocasión para “soltar los nervios”, olvidar preocupaciones, soltar el “stress”, había que divertirse, se sentían en su propia casa. Un tanto apartado se encontraba uno de ellos, un tanto circunspecto, como ajeno al bullicio general, Carlos se fue acercando poco a poco para charlar con él.

-Hola, ¿Qué está tomando?, le preguntó para abrir plática

-Jaibol con un poco de hielo. Hace calor. Contestó amablemente el referido.

– Se me hace que ese ya se “supo a vidrio”, deje pedirle uno nuevo. Le dijo Carlos y al momento le hizo una seña al “Cuate” Villaseñor que vestido de camisa blanca y corbata de moñito, traía la charola surtidita.

-Aquí lo tiene. Recién hecho.

Transcurridos unos minutos de buena charla, el invitado le entregó sus respectivos mil pesos, diciéndole que por favor no lo hiciera bailar, lo que Carlos respetó y después de un intercambio de frases se alejó.

Tenía que hacer cuantas de lo recabado. Ya para el final de la fiesta se enteró que con quien había estado conversando amigablemente, era Adolfo Ruiz Cortínez, próximo candidato a presidente de la república, que lo fue a partir del 1º. De diciembre de 1952.

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El Monto Recaudado y el paso de lo faltante al Lic. Miguel Alemán

-Carlos. ¿Ya tienes la cuenta de lo juntado?. Preguntó el Coronel

-Ya mi Coronel, son noventa y un mil pesos “pasaditos”, contestó Carlos.

-Pues anuncialo a todos y di que lo que falte lo pondrá el presidente Alemán.

-Pero Coronel, él no ha dicho nada. Contradijo Carlos un poco “chiviadón”

-Tú hazlo, veras que no pasa nada. Dijo rápidamente el Coronel, casi como orden militar.

Carlos se dirigió al centro del salón, desarrugó el papel de la cajetilla de cigarros lo mejor posible. Los concurrentes se quedaron callados. Sentía todas las miradas sobre él. Carraspeó para aclararse la garganta y levantando el papel entre sus manos hablando lo más claro posible dijo:

-Señoras y señores, el total de lo recaudado es noventa y un mil seiscientos pesos con lo cual comenzaremos a construir el mercado para nuestro Rosario y lo que falte lo aportará el señor presidente de la república el licenciado Miguel Alemán, aquí presente.

El licenciado Alemán, aunque un tanto sorprendido, aceptó de inmediato y se oyó una cascada de aplausos. Y en el instante una mano femenina tiró de él comenzando “la bailada”.

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El Trámite

“Señores pasajeros estamos llegando a la Ciudad de México, se escuchó por el interfón de la cabina de pasajeros del avión, en quince minutos estaremos aterrizando en el Aeropuerto Central, favor de abrocharse sus cinturones y permanecer sentados hasta que el avión esté completamente parado. Aeronaves de México agradece su preferencia. Gracias”.

A través de la ventanilla se miraban las luces de la ciudad que empezaban a encenderse. Era un hermoso espectáculo. La noche estaba cayendo.

A la mañana siguiente, al filo de las 8:30 hrs, se encontraba en las oficinas del Coronel Serrano.

-¿Cuñado, ya llegaría el Coronel? Pregunta Carlos al capitán Alberto Urrea.

-Si. En momentos nos recibe. Ya le avisé que estás aquí.

En pasadas ocasiones había acompañado a su cuñado sin ningún otro fin que conocer el lugar y se dio cuenta de que algunos se tardaban semanas para ser recibidos; desde gobernadores de estados hasta generales y altos funcionarios.

-Oye, pero hay muchas personas esperando. Por ahí escuché que algunos tenían hasta una semana esperando ser recibidos, dijo Carlos un tanto preocupado.

-Tú nomás aguanta, ya verás que pronto entramos, ¿luego no es paisano? Le contestó su cuñado.

Tratando de tranquilizarse comenzó a revisar los documentos que traía, sobre todo el oficio 223 de fecha 3 de julio de 1952 con el que gestionaría el préstamo por ciento setenta y cinco mil pesos que según el ingeniero Sevilla , el constructor, era lo que faltaba para concluir la construcción del mercado.

-Buenos días Coronel. Aquí vengo a molestarlo.

-Buenos días Carlos. No para nada. ¿En qué puedo ayudarte?

-Me comisionaron para tramitar el préstamo para terminar el mercado. Tengo conmigo los documentos, mi Coronel

-Señorita, dijo por el interfón, comuníqueme a Banobras con el licenciado Ortiz Mena.

Una vez entablada la comunicación…

-Mira Antonio, el señor presidente durante su visita al Rosario Sinaloa, que es mi tierra, les ofreció otorgarles un préstamo para terminar su mercado. Ahí va el representante del Ayuntamiento para que lo atiendas, es el señor Carlos Hubbard, mi paisano.

-De acuerdo mi Coronel. Acá los esperamos. Comisionaré a alguien específicamente para ese asunto, para agilizarlo, ya ve que estamos por cerrar periodo.

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En Banobras y un pequeño problema

Una vez en Banobras……

-Si, en efecto, todos los documentos están en orden, señor Hubbard. Nada más voy a sacar el expediente del presupuesto para este año.

-Cree usted que hoy estaría listo todo, ya me quiero regresar a mi pueblo, extraño a mi esposa, mis hijos….

-Si no hay ningún problema, yo creo que sí. Permítame. Regreso pronto.

Después de veinte minutos, que se le hicieron eternos, el funcionario regresó, diciéndole

-Tenemos un pequeño problema. Su solicitud de préstamo no está programado…..

-¡Qué qué!… dijo casi gritando, como que no está programado. Sintió que el techo se le venía encima.

-Mire esto se puede solucionar si usted logra traer el documento firmado por el señor presidente de la república, aunque por los tiempos de fin de sexenio es difícil. En pocos días entregará el cargo. Dijo el funcionario como con un tono de incredulidad lo cual le picó las costillas.

-No se diga más, dijo Carlos envalentonado. Deme el papel y mañana, temprano, lo tendrán.

Lo vieron como bicho raro. Quien de un pueblito desconocido iba a tener acceso tan rápido con el presidente. Pero en fin que hiciera su “luchita”, pensaron.

El capitán Urrea los trasladó a las oficinas del coronel Serrano.

-Coronel, como el crédito no está programado, se requiere la firma del señor presidente y…..

-Déjamelo aquí, acotó el coronel Serrano, mañana pasan por el oficio, muy temprano.

Aún no marcaba las diez de la mañana el reloj de la catedral metropolitana cuando en las oficinas de Banobras se estaban redactando los contratos del ansiado préstamo. Fueron semanas, meses de viajes y trabajos. Cuando estaban muy adelantados se encontró un cambio en el directorio del gobierno del estado de Sinaloa, el nombramiento de “Secretario de General Gobierno”, y quien tendría que firmar, había cambiado a “Secretario de Gobernador”.

-¿Cómo podemos subsanar esa situación?, dijo Carlos, ya muy seguro de sí mismo. Con tantas broncas una más no sería mucho problema, es “pan comido” pensó, aunque si el tiempo; el cambio presidencial estaba a días de llevarse a cabo. Saldría Miguel Alemán y entraría Adolfo Ruiz Cortines.

-Sólo presente el Diario Oficial donde apareció el decreto del cambio. Mándelo pedir.

-No mejor voy por él y no sea que se extravíe en el camino. Más seguro más “marrao”, decimos por allá.

-Riiiiing…..Tiene llamada por cobrar, ¿la autoriza?, dijo la voz de la operadora y le dejó la línea.

-¡Bueno¡, Rosalba?.., mira, estoy saliendo para Rosario, ya voy a abordar el vuelo. Llegaré al obscurecer. No, ustedes no se muevan, ya tengo todo eso arreglado. Mañana en el vuelo de las siete me regreso a México, si, si, hubo un pequeño problema, ya también lo tengo bajo control. Te veo en la casa a ti y a los niños. Cuida que no jueguen con las plumas fuentes de mi despacho, sobre todo el pequeño, porque se les llenan las manos tinta. Si, sí. Adiós. Click.

Eran casi las cinco y cuarenta y cinco minutos de la tarde cuando la aeronave tocó tierra en el Aeropuerto de Mazatlán. Bajó con rapidez y se dirigió a la avenida Juan Carrasco, donde el ”Gochas” lo esperaba en su flamante Studebaker 1941. Lo abordó y enfilaron con rumbo a la “Ceiba” para salir por el Café El Marino y tomando la ruta 15, hacía el sur. En una hora y media, ya estaban en Rosario.

Al entrar al Rosario, por los “Satelites”.

-¿A dónde?, dijo el “Gochas”, característico de su poco hablar.

-A la presidencia y me esperas.

Se estacionó al costado izquierdo del Palacio municipal. Se aseguró de que el freno de mano, que se pone con el pie, estuviera bien metido, es de bajada. Para más seguridad, como no queriendo la cosa, se bajó, buscó una piedra bola y se la puso atorando la llanta que tenía girada hacía la banqueta.

Cuando vio que salía Carlos de la presidencia, se apresuró a destrabar el coche.

-A casa, le indicó al momento de colocar un legajo de periódicos sobre el asiento trasero.

La fiesta de la llegada pudo haber durado toda la noche, pero tenía que salir hacía el aeropuerto a las cinco y media de la madrugada, bañado y trajeado. A esa hora, puntual estuvo el “Gocha” con su flamante studebaker listo.

A las nueve de la mañana, en la moto del capitán Urrea, salieron volando de las calles de la Colonia Balbuena, sede del Aeropuerto Central de México, rumbo a las oficinas de Banobras.

Fueron tres días de trabajar en el asunto sol a sol. Que un convenio por acá, que otro por este punto, una hipoteca, tras otra que soportaba a otra hipoteca. Redacciones, incisos, etcs, puntos y seguido y…

-¿Cómo van muchachos, ya terminaron?, dijo el licenciado Ortiz, que sin que lo oyeran llegar estaba tras los escribientes.

-¡Licenciado…¡ dijeron sorprendidos.

…mañana es el último día del mandato del señor presidente Miguel Alemán, así que: o se apuran o se quedan. Continuó diciéndoles, como si no los hubiera escuchado y salió en silencio del lugar.

Era el último viernes de noviembre de 1952, día 28. Pasaba de las 9 de la noche.

-Ahí sobre la raya punteada, debajo de donde dice representante ponga su firma, por favor.

Carlos haciendo un gran esfuerzo por controlarse, estampó su firma. La emoción, el cansancio, el stress, todo quedaba atrás, todo valió la pena,

Al filo de las diez de la noche salieron de la casa particular del notario. Llevaba abrazado el portafolio que contenía todos los documentos relativos al ansiado préstamo conseguido y que tantos esfuerzos le había costado. El Rosario tendría su mercado terminado.

A llegar a Lindavista, a una casa de Pedro Infante, donde se hospedaba siempre que iba a la Ciudad de México y traía llave, se despidió de su cuñado el capitán Alberto Urrea Murray, quien participó conectando y transportándolo por la gran urbe a quien agradeció su ayuda.

El sábado, a las once de la mañana, el “Gochas” estaba con su coche “parkeado” a las afueras del Aeropuerto de Mazatlán, por la salida a Culiacán. No esperó mucho.

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Epílogo…

Se escuchó el golpe apagado de una portezuela de coche al cerrarse. Pasos a través del pasillo…

-¡Ya llegué!…

Gritos de chiquillos, abrazos, preguntas, remolino…..

-Papá, papá, papá…

Todo era alegría, risas, besos….

-¿y tú, porque escondes las manos?, preguntó Carlos, al más pequeño que caminaba sonriendo y con las manitas tras la espalda

-¡Oh!. Otra vez con la tinta en las manos……

Todos rieron felices.

Fin…

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Nota. La administración del presidente municipal Guillermo Elizondo, 1951-1953, entregó el mercado totalmente terminado el 26 de diciembre de 1953, con asistencia del gobernador del estado de Sinaloa. En el periodo del presidente Ruiz Cortines. Tiempo después, la deuda fue condonada.

Como un pequeño reconocimiento al Señor Carlos Hubbard Rojas.

Fuentes y bibliografía consultada:

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