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Los Tepehuanes del sur

By Héctor Lizarraga

May 21, 2020

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Teniendo como punto de partida la Información del guion de la exposición:

“El Pueblo Olvidado de Sinaloa: Tepehuanes del Sur”

Del Dr. Luis Alfonso Grave Tirado, Investigador del Centro INAH Sinaloa, 2017, es que abrimos un espacio al mensaje que al respecto nos manda este gran estudioso sinaloense.

Siendo nuestro más grande deseo que creemos conciencia del incalculable valor que tienen los grupos autóctonos, no solamente en Sinaloa, sino en México y el mundo.

Con este deseo en mente es que cordialmente les invitamos a que exploren el mundo de los los “Audam” y una vez que lo hagan, sean tan amables de hacerle llegar sus comentarios al Dr. Grave Tirado.

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Contrario a la creencia generalizada, de que en el estado de Sinaloa el único grupo autóctono es el Mayo-Yoreme; en el extremo sur, desde hace casi un siglo, hay presencia de otro grupo originario: los Tepehuanes del sur.

Los Tepehuanes que habitan, el sur de Durango, el norte de Nayarit y el sur de Sinaloa, son conocidos como Tepehuanes del sur para distinguirlos del grupo que ocupa el sur de Chihuahua a los que se denomina Tepehuanes del norte.

Los Tepehuanes del sur, a su vez se dividen en Tepehuanes del sureste y Tepehuanes del suroeste, siendo estos últimos, los que nos atañen, por ahora.

En Sinaloa, este grupo autóctono habita en el piedemonte del sur del estado, en la comunidad de El Trébol II, siendo esta considerada entre las comunidades más grandes con esta tradición, junto a San Francisco de Las Lajas en Durango y San Andrés Milpillas en Nayarit.

El nombre de Tepehuanes, es de origen Náhuatl y les fue dado durante la Colonia, el cual, se puede traducir de dos maneras:

1. “El que habita en las montañas” y:

2. “El conquistador”.

Pero, en el caso de los Tepehuanes del sur, ellos se hacen llamar (de acuerdo a su lengua), como: “audam”.

La base de la subsistencia de los audam es básicamente la agricultura de temporal, por lo que viven la mayor parte del año en pequeños “ranchos de aguas”, cercanos a sus milpas.

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La ritualidad

Como la mayor parte de los grupos autóctonos de México, los Tepehuanes del sur tienen prácticas religiosas muy activas, tanto en relación con el catolicismo, como con rituales de origen prehispánico que han sobrevivido entre ellos.

El ciclo ritual más importante es el de las ceremonias tipo mitote, llamadas “xiotal” en audam.

Estas fiestas se celebran tres veces al año y están estrechamente relacionadas con la alternancia de la época de lluvias y las secas, el cultivo del maíz y los ritos de iniciación de niños, adolescentes, curanderos y autoridades.

Los preparativos para el mitote duran diez días: se preparan las comidas y las bebidas rituales (tamales, carne de venado, sal, tejuino y mezcal); el curandero se abstiene de la sal, la carne y las relaciones sexuales.

Finalmente en la noche del noveno día se lleva a cabo una danza circular en el patio de mitote (mitote es una palabra de origen náhuatl que significa precisamente bailar), en la que participan todos los miembros de la comunidad y al amanecer se consumen los alimentos.

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La Indumentaria

La ropa tradicional de los hombres Tepehuanes consta de camisa y pantalón de manta, llamados cutúm y sarirax respectivamente. La camisa es de manga larga y, las de gala, presentan adornos geométricos en el cuello y puños a base de pespuntes de hilo rojo, azul o verde.

Usan sombrero de soyate (palma), paliacate al cuello, y morral al hombro.

Las mujeres audam por su parte, visten falda amplia con listones de colores o encajes blancos o negros con amplios pliegues; blusa de pliegues y manga larga, con adornos de hilo en cuello, peto y puños. Se cubren la cabeza con paliacate, usan collares de chaquira de varios sartales y morral al hombro.

Sin embargo, la vestimenta tradicional ha caído en desuso y en los últimos años la utilizan únicamente en las ceremonias religiosas.

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Los mitos

Los Tepehuanes del sur conservan una gran cantidad de mitos y leyendas, muchos de los cuales son contados (y cantados) durante las fiestas de mitote, con el objeto de que todos los conozcan y se conserven. Esto es muy importante ya que es una de las pocas ocasiones en las que todavía se utiliza la lengua audam, la cual ha ido perdiendo terreno poco a poco frente al español.

Los cantores se acompañan de instrumentos como el tambor y el arco musical o gat. Es tal la relevancia de este último que en cada xiotal se le renueva la cuerda de ixtle. El arco es de palo de Brasil y mide 1.5 metros de largo, el cual se coloca sobre un bule o habu de unos 50 centímetros de diámetro por 30 de alto, que funciona como caja de resonancia.

El arco se toca percutiendo la cuerda con dos varitas. Con una vara se golpea el arco con fuerza y con la otra se le da un toque suave para cortar la vibración y preparar la cuerda para el siguiente golpe fuerte, creando un ambiente propicio para la ceremonia.

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Las almas de los muertos (mito)

“Se tiene la creencia de que las personas tienen dos almas, una que está en el interior y otra en el exterior del cuerpo. “Al morir, una de ellas va al poniente a un lugar llamado Itchamet [situado en la costa del sur de Sinaloa]. En el camino, primero llega a un lugar en donde hay perros que ayudan al alma a cruzar un río. Su ayuda depende del trato que el difunto dio en vida a los perros, pues si fue muy malo ahí mismo lo pueden ahogar e impedir que llegue a su destino. Después de cruzar el río hay unas piedras que señalan la entrada a Itchamet. Como el acceso es muy angosto se batalla mucho para entrar. Si se traen muchos pecados, el alma puede atorarse y sufrir mucho. Cuando van a correr al alma, el abogado (el chamán) la llama desde Itchamet. Si el curandero es buen abogado, el alma se podrá ir con ‘el Dios’ a Hitch Dyam.” (Reyes, 2006, Tepehuanes del sur, p. 33).

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Los audam en el sur de Sinaloa

Como se mencionó anteriormente, muchos de los mitos de los Tepehuanes del sur hacen referencia a la costa sinaloense, a pesar de que la mayor parte habita las zonas agrestes de la sierra; sin embargo, las relaciones sierra-costa han sido constantes a lo largo de la historia y a veces se hacían viajes especiales para buscar productos de importancia simbólica como la sal.

No obstante, en algunas épocas de crisis, como la Guerra Cristera (1926-1929) y en los últimos años por la expansión de las bandas de narcotraficantes, algunos audam se han visto obligados a emigrar de manera definitiva a la costa nayarita y sinaloense.

La mayoría de los asentamientos tepehuanos del sur de Sinaloa se localizan en el piedemonte, como si no pudieran alejarse mucho de las montañas (“al fin son “los que habitan en los cerros”).

Algunas familias de audam viven en Cacalotán y Matatán, en el municipio de El Rosario; así como en Escuinapa (en la Colonia Independencia), en Tecualilla, La Ciénega, El Camarón, Ejido de la Campana, El Trébol I y El Trébol II; En el caso del último, se trata de la comunidad audam más importante del sur de Sinaloa.

Se ubica a orillas del río de Las Cañas, muy cerca de los límites con Nayarit y en ella viven poco más de 150 personas que arribaron de San Francisco de Lajas, Durango y San Andrés Milpillas, Nayarit, hace unos 40 años.

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Las Artesanías

Si bien la producción artesanal constituye una opción más en la obtención de ingresos económicos, entre los Tepehuanes, pero no ha alcanzado un éxito tal que represente una posibilidad real de subsistencia. Son muy pocas las familias que se dedican de tiempo completo a la producción artesanal para su venta, y casi todos los artículos son de uso común en la vida cotidiana y ceremonial.

Las bolsas o morrales son quizá los objetos más representativos de la artesanía tepehuana.

Los hay de tres tipos:

Las técnicas utilizadas en la elaboración de morrales también se han adaptado para confeccionar manteles, cojines y carteras, entre otros artículos.” (Antonio Reyes, 2006, Tepehuanes del sur, p. 35-37).

Todavía fabrican ollas y cajetes de cerámica, en su mayor parte utilizados en las prácticas rituales, mientras que para el uso cotidiano son de peltre. Producen también sombreros de soyate, algunos adornados con motas de estambre y aplicaciones en cuero y metal; y pipas de barro cocido, comúnmente utilizadas para fumar tabaco macuche.

Recientemente algunos audam han comenzado a tejer cuadros de estambre similares a los de los huicholes, pero a los que han imprimido un estilo propio, menos rebuscado.

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