2020

Aplanar la Curva 4

By Héctor Lizarraga

April 17, 2020

Lecciones de Historia

Por: Jaime Félix Pico Cronista Honorario de Culiacán.

6/abril/2020

En los últimos 120 años – han pasado 4 generaciones- la población sinaloense ha sido azotada por horribles epidemias que han dejado marcado el imaginario colectivo por la estela de muerte que nos dejaron.

Historiadores y cronistas nos invitan a revisar documentos históricos referentes, primero a la Fiebre Amarilla (1883/1886), famosa mundialmente por que fue causa de la muerte de la cantante Ángela Peralta, el Ruiseñor Mexicano; y 20 años después, la Peste Bubónica (1901/1903) o fiebre de bolas, como le llamó el vulgo, que amenazó con extinguir la totalidad de los habitantes del puerto de Mazatlán por donde ingresó el letal virus.

En años más recientes han llegado aquí otras enfermedades contagiosas como el VIH y el H1N1, que no causaron tanta alarma o miedo entre la población como hoy lo estamos viviendo con el coronavirus.

La historia nos presenta lecciones que es necesario conocer y aprender de ellas para tomar buenas decisiones enfrentando estas crisis y no cometer errores que se han dado en el pasado en circunstancias similares a costa de muchas vidas.

Hoy elegí de mi biblioteca un libro cuyo título me resultó atractivo “La Peste en Mazatlán” 1901/1903, del cronista Nicolás Vidales. Se trata de una novela histórica, basada en hechos reales, cuyo relato nos lleva a conocer el origen, evolución, combate y daños a la población causados por esa epidemia.

La lección que me dejó esta buena decisión puedo resumirla en esta frase, tomada del informe final que rindió el Dr. Martiniano Carvajal quien estuvo a cargo de la Junta de Caridad -entidad integrada por autoridades y connotados miembros de la sociedad mazatleca- que tuvo la responsabilidad de enfrentar esta crisis provocada por la peste, cito textualmente:

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“El ejemplo que hemos dado, los dolores que hemos sufrido, las dificultades que hemos vencido, servirán quizá de provechosa lección para otros pueblos que, imitándonos en nuestros procedimientos de lucha, podrán aprestarse al combate con economía de tiempo, dinero y angustia…..Lo que logró la Junta de Caridad comprueba una verdad que ya casi es un axioma: la iniciativa particular es uno de los más poderosos recursos de todas las manifestaciones de la actividad humana”.

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Dicho esto hace más de un siglo por un galeno sinaloense que enfrentó con responsabilidad la peste, deja testimonio de que contar con la participación de toda la población, unida y solidaria, es vital para enfrentar con éxito estas crisis.

Así que mejor: “QUEDATE EN CASA y PARTICIPA”.

Aplanar la Curva en el Hogar:

Además de prever el contagio entre los familiares, significa que cada uno debe mantener una actitud positiva, estricto control de sus emociones y sentimientos, contribuyendo a la paz y tranquilidad familiar.

Es natural que estar recluido en casa, sin poder hacer lo que normalmente hacemos, nos genera un estado emocional de estrés, preocuparnos por cualquier cosa, más, si no alcanzamos a ver, como dicen, una luz al final del túnel.

No extraña, pues, la noticia que da a conocer un periódico de la localidad, se están disparando los actos de violencia intrafamiliar, específicamente el maltrato a menores en el hogar; seguramente producto del estrés que provoca el confinamiento en la casa.

Tenemos la sensación de que el Covid – 19 nos ha quitado libertad, nos ha privado hasta de tener cerca a nuestros seres queridos, algo nunca experimentado o sentido; nos sumió en un estado de incertidumbre, insatisfacción que nos mantiene en alerta permanente, eso puede provocar reacciones violentas en cualquiera.

Por todos los medios nos llegan recomendaciones para enfrentar sin estrés el aislamiento; ejercicios físicos, yoga, meditación, escuchar música, lectura sobre todo de libros que tenemos pendientes en nuestra biblioteca, escribir -yo trato de hacerlo-, mantenernos ocupados atendiendo, si es el caso, responsabilidades laborales estando en casa como si fuese la oficina.

Todo esto ayuda, no obstante, las preocupaciones no cesan ni al caer la noche o al despertar el nuevo día.

Yo me pregunto: Cuando sentimos que nos han quitado algo, lógico es no aceptarlo, ¿vale la pena lamentarnos?, eso cualquiera lo hace; me respondo ¡más vale no lamentarme¡, trataré de vencer ese sentimiento y actuar de manera diferente a los demás.

¿Cómo puede ser esto posible?, muy sencillo, decido por mí mismo privarme de algo que me es igual o tan preciado de lo que me han quitado, que me duela; lo acepto porque nace de mí, es mi voluntad.

Por ejemplo, si tengo la costumbre de comer en exceso, yo decido controlarme limitando el consumo de alimentos.

Lo puedo lograr pensando en los que nada tienen, ni para comer lo indispensable para vivir. Lo pienso tantas veces como sea necesario hasta que lo acepto; así formo un nuevo hábito, una costumbre.

Desde luego que esta actitud exige tener pensamientos sanos y nobles y ejercitar la imaginación: si logro lo que me propongo voy a contribuir con un grano de arena a generar oportunidades de alimentos para los que no tienen. Luego espero a que llegue ese momento.

“El gozo de la espera sirve para sublimar el deseo y hacerlo más poderoso”: C. Jung

Igual debemos actuar cuando se trate de limitar el consumo de alcohol; ir a la carreta de la esquina a comer tacos o mariscos, practicar juegos de azar o apostar en el casino, en suma, cuando solo pensamos en lo que nos han quitado, intentemos crear nuevos hábitos y actuar diferente a aquellos que solo se lamentan y se frustran.

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