Obituario

Adiós Dámaso Murua

By Héctor Lizarraga

March 28, 2019

Aunque se nos fue el lunes pasado, es hasta hoy decimos adiós a un personaje sureño, del meritito Escuinapa, Dámaso Murua, todo un personaje que a base de intuición, esfuerzo, ingenio y humor escaló altos peldaños profesionales y literarios

Dámaso Murua nació en Escuinapa, Sinaloa el 13 de agosto de 1933, vivió su infancia como cualquier niño, a los 14 años cuando regresaba de nadar en un rio cercano a Escuinapa, damas se preguntó a así mismo; que si se quedaba a vivir toda su vida en Escuinapa, no haría nada para poder superarse profesionalmente, así que decide emigrar a la Ciudad de México.

En el año de 1948 se trasladó a la Ciudad de México para realizar sus estudios profesionales en el instituto politécnico nacional donde obtuvo el título de contador público e ingreso al servicio profesional en el gobierno federal en donde inicio una larga carrera como servidor público alcanzando cargos de suma importancia para su vida profesional pero también personal.

Reconocido profesionalmente por varios presidentes de la República, con la satisfacción de haber trabajado al más alto nivel de la administración pública federal con cinco ministros: Gustavo Petriccioli, Emilio Rabasa, Héctor Hernández, Fernando Rafful, Pedro Ojeda Paullada y Jesús Silva Herzog, Dámaso Murúa sabe, con limpio orgullo, que en tiempos de su jubilación, en España, concretamente en Madrid, editaron un diccionario de destacados políticos mexicanos en el que, sin presunción alguna, aparece su nombre.

Pero su mayor inquietud personal fue desde siempre el poder expresar su pensamiento y fue en la letra escrita el mejor vehículo de comunicación que desarrolló para hacerlo, empezó a buscar una forma de sustentar sus gastos como estudiante y ya en esa época escribía para algunos periódicos en la sección de deportes, abarcando la columna taurina, béisbol, box, entre otras, con los que se ayudaba para cubrir algunos de sus gastos como estudiante.

Su producción Literaria es rica, el humor, la ironía, el sarcasmo, la ficción, son figuras que definen su estilo como escritor y periodista.

Sus cuentos, relatos y novelas surgen de su prodigiosa imaginación y de su contacto con la realidad.

Su personaje por excelencia es Florencio Villa, El Güilo Mentiras, la figura más maravillosa de la picaresca sinaloense que fuera su inspiración para producir su antológica obra, El Güilo Mentiras.

Su producción es prolífica, misma que ha enriquecido a la narrativa sinaloense y mexicana. Destacan: Doce Relatos Escuinapenses, El Mineral de los Cauques, La Ronda, El Güilo Mentiras, Colachi, Tiempos Regiomontanos, Amor en el Yanqui Stadium, Esopo del Estuario, Me conocen bien pero no me tratan, El Detective Tropical, Trilogía, Vacum Totoliboque, Las Playas de Las Cabras, Las Redes Rotas, En Brasil crece un Almendro, Palabras Sudadas, La Muerte de Marcos Cachano, Para mis Amigos, Éxodo en la Perla, y Las Mujeres Primero.

Tiene cuatro libros inéditos, Crisalinda City, El tiempo está muerto, Flores de Chapopote, Crónicas Sudadas, y más de 500 textos sin publicar.

Su obra ha sido traducida a varios idiomas.

El escritor uruguayo Eduardo Galeano escribió un texto sobre el Güilo Mentiras:

Dámaso Murua, que es su biógrafo oficial, decía que el Güilo Mentiras murió en 1969.

En realidad, ha sido el propio Güilo quien ha echado a correr esa versión. Es notoriamente falsa, porque bien se sabe que él espanta a la muerte, bajándole los calzones, cada vez que ella osa arrimarse.

Mientras tanto, seguimos disfrutando las historias de su vida.

Algunos estudiosos, que han dedicado años al análisis crítico de su obra, consideran que los relatos del Güilo revelan una prodigiosa imaginación, alimentada por un gran sentido del humor.

Se equivocan. El Güilo es un narrador realista y serio. A pesar de su nombre, él nunca miente. Sólo miente cuando dice: -Yo jamasito miento-.

Todo el resto es pura verdad, literatura realista que retrata el mundo tal cual es: este mundo loco de remate donde el verano hiela y el invierno hierve, y donde abundan las serpientes de cincuenta metros y los políticos honestos.

Eduardo Galeano

Damaso, del mismo modo, platica que “El Güilo Mentiras”, que era constructor de casas de palma, cuando lo conoció por los años 60, le dijo, como no queriendo la cosa, que un día de mucho camarón había construido, años atrás, el puente de El Rosario, con todo y sus 850 metros lineales, sobre el Baluarte.

Créasele o no a Dámaso Murua, pero lo telúrico o la influencia de su región sobre su literatura, no se lo quita nadie. Es más, en el año de su titulación profesional en 1957 y en el de su jubilación laboral en 1985, ocurrieron los dos más catastróficos sismos de que se tenga memoria, en la ciudad de México. Y eso no lo inventó “El Güilo Mentiras”.

Adiós Dámaso o Güilo???

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