Realizarán diversas actividades para honrar al santo patrono

Autoridades del municipio San Ignacio invitan a la tradicional celebración del Pueblo Señorial San Ignacio de Loyola

Mazatlán, Sinaloa, México, a; 25 de Julio de 2017.- Esta mañana, en las oficinas de la Secretaria de Turismo en Mazatlán, autoridades del municipio de San Ignacio encabezadas por el alcalde Dr. Luis Fernando Sandoval Morales,  dieron a conocer los festejos del 435 aniversario de la fundación del Pueblo Señorial y cabecera municipa de San Ignacio de Loyola, mismo que se llevará a cabo del 29 al 31 del presente mes y año.


Luego de darles la bienvenida a los sanignacenses, Mildret Lizárraga, Director de la Dirección de Turismo zona sur, quien llevó la representación del Secretario de Turismo Marco Antonio García Castro, aseguró que esa dependencia está enfocada en apoyar el desarrollo de rutas, eventos, tradiciones y en general los atractivos turísticos de Sinaloa, poniendo como ejemplo al municipio de San Ignacio, al que aseguró se le viene apoyando en diferentes segmentos. Posteriormente pidió a los representantes de San Ignacio que presentaran el programa de actividades.

Entrevista: Carlos Piña Cruz director de turismo y José Arciniega director de deportivo municipio de San Ignacio, Sinaloa, México.

Carlos Piña Cruz, director de turismo municipal, fue quien tuvo a su cargo la presentación del programa de actividades, mismo que detallo de la suiguiente manera:

Del 29 al 31 de julio el Pueblo Señorial de San Ignacio estará de fiesta al celebrar el 435 aniversario de la fundación de San Ignacio de Loyola y la fiesta patronal de este lugar “bañado” por las aguas del río Piaxtla.

Por tal motivo, el gobierno municipal de San Ignacio, a través de las direcciones de turismo, deportes y cultura, ha realizado un programa de actividades para celebrar en grande estas fiestas.

“La intención es que estas fiestas crezcan, es por eso que se preparó todo un programa de actividades diversas para todas las edades y gustos, donde habrá actividades culturales y artísticas, así como deportivas y de aventura y otras encaminadas a atraer a visitantes”, indicó el presidente municipal, Luis Fernando Sandoval Morales.

Para el día 29 de julio se tiene programada la Tercera edición de La Ruta 31, donde se contempla una participación de más de 250 participantes en buggies, Rzr, cuatrimotos, jeeps y unidades 4 x 4, quienes harán un recorrido de poco más de 40 kilómetros.

Carlos Piña, director de turismo municipal, comentó que el objetivo es poder mostrar a San Ignacio como una opción en el turismo rural y de aventura, donde el participante de la ruta conozca pequeños pueblos de la zona serrana y tenga el contacto con la naturaleza en cerros y arroyos.

La Ruta 31 culminará en el área de La Mesa, donde se hará un convivio para todos los participantes y asistentes, donde la Banda “Aquí hay 50” amenizará durante 6 horas.

Para el domingo 30 se llevará a cabo una cabalgata de La Labor a San Ignacio, además de encuentros deportivos y exhibición de box, para culminar con un evento cultural en la explanada de la iglesia de San Ignacio de Loyola.

El 31 de julio es cuando se venera al santo patrono, por lo que las misas de comuniones y confirmaciones estarán oficiadas por el obispo de la Diócesis de Mazatlán.

Ese mismo día se realizará la develación de la placa alusiva al 435 aniversario de la fundación de San Ignacio de Loyola, la reinauguración del Museo de Cultura Popular y se cerrará con un evento cultural para honrar al santo patrono.

De igual manera estos trabajos se coordinarán con las actividades previas que por parte de la iglesia se efectuarán del 22 al 31 de este mes.

De esta manera en el Pueblo de San Ignacio se están preparando para recibir a visitantes durante esta temporada vacacional, con el objetivo de que disfruten de actividades diversas y contribuyan a una mejor estadía del turista.

Sr. Luis Fernando Sandoval Morales, Rafael Lizárraga Favela, Mildret Lizárraga, Carlos Piña Cruz, José Arciniega y Manuel Mesa

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La Historia de la Fundación de San Ignacio de Loyola:

Templo de San Ignacio de Loyola en El Pueblo Señorial de San Ignacio de Loyola, San Ignacio, Sinaloa, México.

San Ignacio, Sinaloa fue fundado en el año de 1633 por el padre Jesuita Diego González de Cueto.

Imagen de San Ignacio de Loyola en El Templo del Pueblo Señorial

El nombre original de esta región era Piaxtla.

De acuerdo con la tradición oral, existe una famosa leyenda del pequeño poblado denominado Piaxtla, así llamado hasta antes de que los españoles colonizaran la región hoy conocida como la municipalidad de San Ignacio, concretamente la cabecera de este municipio.

Antes de la llegada de los españoles estuvo habitado el municipio por los pueblos indígenas como los piaxtlas, totorames, xixime, hinas, humis, sabaibo y un poco de indígenas tepehuanes en los límites de la sierra con el estado de Durango.

En el año de 1748 en lo que hoy es el municipio de San Ignacio, los misioneros jesuitas establecen, río arriba de la cabecera, la principal misión denominada Santa Apolonia con los pueblos de visitas de San Mateo y Santiago, compuestas por indígenas mexicanos, según se ilustra el prestigiado historiador Héctor Olea, en Opus Los asentamientos humanos de Sinaloa.

Por esas fechas empieza a cobrar auge la minería regional, actividad que llega al clímax en el siglo XIX en la sierra de El Candelero y la situación geográfica del pueblo de San Ignacio, por lo que Piaxtla fue determinante para el buen éxito del desarrollo minero.

Pocos años después de la llegada de los españoles al pueblo de Piaxtla –hoy San Ignacio-, sus moradores fueron sacudidos por la buena noticia de haberse encontrado minerales auríferos en sus cercanas montañas y esta noticia se propagó al exterior, no tardando mucho tiempo en que los escasos habitantes piaxtleños, con asombro y luego con indiferencia, observaran la llegada de muchísimos hombres, deseosos de conquistar fortuna.

Algunos de estos se trajeron consigo a sus mujeres e hijos, remontándose en intermitente éxodo hacia los yacimientos recién descubiertos. Tal vez por esa razón, cuando llegó aquel personaje al pueblito de Piaxtla, no se produjo ninguna extra a sus moradores. Era otro minero más, aquellos debieron pensar así, cuando una mañana, algunas mujeres lavaban a la orilla del río y vieron cruzar por sus caudalosas aguas a un jinete en una mula color canela, trayendo un fardo amarrado al costado derecho del animal.

El forastero, una vez en el pueblo, preguntó a unos niños que jugaban cerca de la orilla del río, acerca de un lugar en donde pudieran alojarlo y darle de comer. Los mismos niños lo guiaron al único mesón del pueblo al que solían llegar y pernoctar los mineros y arrieros que iban de paso rumbo a sus casas. Ya en el mesón, el forastero ordenó pastura y agua para la mula y tras un ligero refrigerio servido por la esposa del mesonero, pidió a la señora que cuidara al animal durante su ausencia, ya que saldría a realizar algunas diligencias, entregándole a la mujer dos relucientes monedas de plata.

Transcurrieron 3 días sin que el huésped regresara al mesón. La mujer del mesonero compadecida de la mula que continuaba amarrada al poste donde su dueño la había dejado, decidió liberarla de la carga y quitándole los arreos la llevó al corral, para que cuando el huésped regresara la encontrara totalmente descansada. Al día siguiente, como aquél no daba aún señales de vida, los dueños del mesón decidieron abrir el fardo.

Finalmente procedieron a deshacer el envoltorio y encontraron un santo de bulto dentro del costal. Ambos se quedaron plasmados al observar que las facciones del santo eran idénticas a las de su huésped. Advirtieron además, que del cuello del santo pendía un hilillo negro del que colgaba una carta. Como los mesoneros no sabían leer, mandaron avisar a la misión jesuita de Santa Apolonia, para que uno de los frailes misioneros les leyera el mensaje.

El fraile que acudió al mesón fue informado de cómo había llegado hasta allí el santo de bulto y luego procedió a leer el mensaje. Asombradísimo leyó: “Por mandato divino y voluntad propia quiero ser ungido como patrono de este pueblo”.

Desde las cinco de la mañana, un agitado 17 de octubre, vecinos del lugar y de las rancherías aledañas, acudieron presurosos al lugar en donde se erigiría la parroquia misional, para presenciar el ungimiento del ilustre Ignacio de Loyola, fundador de la orden jesuita, brazo armado de la contrarreforma religiosa y azote del protestantismo y heréticos judaizantes; y de esa forma, desde entonces, aquella región conocida como Piaxtla, cambió su nombre, orgullosamente por el de San Ignacio de Loyola.

Veinte años después, el 27 de febrero de 1767, por orden del rey Carlos III de España, los jesuitas fueron expulsados del continente americano. Por ello las misiones que estos establecieron en los reinos americanos decayeron.

Quién fue San Ignacio de Loyola:

San Ignacio de Loyola

(Íñigo López de Recalde; Loyola, Guipúzcoa, 1491 – Roma, 1556) Fundador de la Compañía de Jesús. Su primera dedicación fueron las armas, siguiendo la tradición familiar. Pero, tras resultar gravemente herido en la defensa de Pamplona contra los franceses (1521), cambió por completo de orientación: la lectura de libros piadosos durante su convalecencia le decidió a consagrarse a la religión.

San Ignacio de Loyola

Se retiró inicialmente a hacer penitencia y oración en Montserrat y Manresa, donde empezó a elaborar el método ascético de los Ejercicios espirituales (1522). Luego peregrinó a los Santos Lugares de Palestina (1523). De regreso a España comenzó a estudiar (ya con 33 años y para poder afrontar mejor su proyecto de apostolado) en las universidades de Alcalá de Henares, Salamanca y París.

Las primeras actividades de San Ignacio de Loyola difundiendo el método de los ejercicios espirituales le hicieron sospechoso de heterodoxia (asimilado a los «alumbrados» o a los seguidores de Erasmo): en Castilla fue procesado, se le prohibió la predicación (1524) y hubo de interrumpir sus estudios.

En cambio en París (1528-34), donde se graduó como maestro en Artes (aunque no terminó los estudios de Teología), San Ignacio de Loyola consiguió reunir un grupo de seis compañeros a los que comunicó sus ideas y con los que sembró el germen de la Compañía de Jesús, haciendo juntos votos de pobreza y apostolado en la Cueva de Montmartre. Ante la imposibilidad de marchar a hacer vida religiosa en Palestina, por la guerra contra los turcos, se ofrecieron al papa Pablo III, quien les ordenó sacerdotes (1537).

En los años siguientes se dedicaron al apostolado, la enseñanza, el cuidado de enfermos y la definición de una nueva orden religiosa, la Compañía de Jesús, cuyos estatutos aprobó el papa en 1540; San Ignacio de Loyola, cuyo fervor y energía inspiraban al grupo, fue elegido por unanimidad su primer general.

La Compañía reproducía la estructura militar en la que Ignacio había sido educado, pero al servicio de la propagación de la fe católica, amenazada en Europa desde las predicaciones de Lutero; las Constituciones que Ignacio le dio en 1547-50 la configuraron como una orden moderna y pragmática, concebida racionalmente, disciplinada y ligada al papa, para el cual resultaría un instrumento de gran eficacia en la «reconquista» de la sociedad por la Iglesia en la época de la Contrarreforma católica.

Aquejado de graves problemas de salud, San Ignacio de Loyola alcanzó a ver, sin embargo, en sus últimos años de vida, la expansión de la Compañía por Europa y América, con una fuerte presencia en la educación de la juventud y en el debate intelectual, en el apostolado y en la actividad misionera (destacando la labor en Asia de San Francisco Javier). Muerto Ignacio, le sucedió como general de los jesuitas su más estrecho colaborador, el castellano Laínez. Fue canonizado en 1622 por Clemente XV.

Cómo llegar:

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