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FILOSOFÍA MARISMEÑA/ VASCOS Y JESUITAS EN SAN IGNACIO

MDH RAMÓN LARRAÑAGA TORRÓNTEGUI

19 de junio del 2017.- San Ignacense, es una frase que recorre el mundo entero en boca de los que ahí han nacido, es su identidad y mantienen su orgullo. Un pueblo de raíz Vasca que plasmó su vida en la Sierra madre occidental (Sinaloa), que vive sus tradiciones, sus ritmos y recuerda con beneplácito a sus antepasados. Todo comenzó con la llegada de los Jesuitas y sus misiones evangelizadoras y los bravos nativos que no se dejaban conquistar. Los vascos traerían sus costumbres, trabajo agrícola, su alimento (El queso, jamoncillo, cuajadas) entre su rica gastronomía. Desde ahí se pueden visitar pueblos antiguos ganaderos y mineros con sus arroyos y ríos de agua cristalina, todo un potencial turístico para explorar. Rio arriba el pueblo de Santa Apolonia (Primera misión Jesuita en la zona, pueblo viejo “Primer caserío”).

Los Jesuitas fundaron en la región conocida como San Ignacio de Loyola un conjunto de pequeñas comunidades conocidas como “Misiones” (San Javier, Guaymino, San Juan, Santa Apolonia, San Geronimo de Ajoya) Los nativos ahí congregados hablaban principalmente su lengua  (Humis, Totorame, Xixime, acaxees) y los Jesuitas empezaron por comprenderla para que sirviera como medio de comunicación básico para la transmisión de la fe cristiana. Normalmente en la misión estaban dos jesuitas ayudados por varios  nativos a los cuales les estaban enseñando el español, latín, a leer y escribir.

Los jesuitas supervisaban  las tareas cotidianas, controlando que los nativos cumplieran con la asistencia a la misa, los trabajos en el campo y estancias, de donde se obtenían los medios básicos de subsistencia de todos. Dentro de las misiones también se desarrollaban actividades en talleres de oficios muy diversos, donde eran fabricadas la mayor parte de las esculturas y ornamentos para las iglesias. La actividad musical estuvo muy difundida en todas las misiones, donde no solo se escribían y copiaban partituras, sino que también se fabricaban instrumentos musicales de diferente tipo (San Ignacio).

Mezclaban  la música traída de Europa con elementos sonoros de la tierra. El grave problema frecuente se daba en afectaciones por epidemias o los conflictos que se generaban cuando los nativos salían a buscar nativos para llevarlos a la misión ocasionando muchas muertes. Brotó la viruela, el sarampión, muriendo la mayoria de nativos. Los Jesuitas fueron un medio privilegiado para superar el trauma que la llegada de los conquistadores ocasionó entre los nativos y hacia allá se orientó la pedagogía Jesuita como el culto al arcángel Miguel, la virgen María, Jesús, Santiago caballero.

Inicialmente, los nativos se resistieron y se fueron a la Sierra. Los Jesuitas subieron a buscarlos, las misiones fueron convirtiéndose gradualmente en un espacio de refugio para muchas poblaciones nativas que sirvió de vehículo para la incorporación de los nativos a la religión católica. Los jesuitas promovieron la incorporación de elementos visuales y sonoros locales a las prácticas cristianas dominantes, desde la ornamentación de los templos hasta las celebraciones del calendario litúrgico. Aunque la historia de este experimento concluye abruptamente con la expulsión de los jesuitas de todos los dominios de la corona española, en 1767.

La llegada del capitán Bartolomé Suarez Villalta a la misión de San Ignacio de Loyola conjuntamente con el padre Diego Jiménez le dio un giro al manejo de la misión y la disciplina de los indios (Los que se portaban mal, o escapaban eran llevados a San Ignacio para ser azotados. Por esas fechas llega a San Ignacio el padre Diego Cardaveraz;  quien es comisionado a la zona fundando la misión de San Juan Bautista y el Chaco, este último servirá para la búsqueda de minas, extendiéndose hasta la Sierra que conecta la labor con lo que es ahora el municipio de Mazatlán.

Este padre enseña a los indios a hacer dulces de fruta de tamarindo, ciruela, guayabate, jamoncillo. El camino o ruta que se seguía estaba por el rio y en las juntas los viajeros se trasladaban por el rio verde hasta llegar a San Gerónimo de Ajoya, el Chilar, Guadalupe de los Reyes, Cósala, mientras que otros bajaban a San Ignacio de Loyola por el arroyo de Colompo, seguían a San Javier, Ponce, el Quelite y Mazatlán.

La mayor parte del mineral de la mina de contra estaca y pequeñas minas que encontraron, se bajaba a Mazatlán para ser embarcado de contrabando desde la playa puerto viejo (No, pagar impuestos) Uno de los pueblos mayormente reconocido era el Chilar mejor conocido como San Francisco del Oro. Con las minas nace una industria en bonanza que es la de los arrieros (Chileros), la cual servía para llevar mercancías a lomo de bestia (Burros, machos, mulas, Caballos) Se calcula que existían en esa zona un promedio de 15/20 mil animales y, se fueron acabando cuando estos debido a que fueron destinados hacer carne machaca.

En cuanto al caso de pueblo viejo, este lo fundó el fraile Manuel de Cartagena, poco después de que fue fundada la misión Jesuita de Santa Polonia y en ese orden siguió la misión de San Gerónimo de Ajoya, San Agustín, cerrando en esta forma el circulo de misiones;  quedando como cabecera de ellas San Ignacio de Loyola misma que servía de abastecimiento para todas.

 La misión de San Ignacio de Loyola, fue mencionada por los nativos como San Ignacio de los azotes ya que aquellos nativos que por alguna razón se saltaban de la disciplina que marcaban los misioneros, lo llevaban a la cabecera misional para ser azotado. La relación del mineral de Tayoltita (Durango), así como el mineral de Guadalupe de los Reyes, era vía San Ignacio, pasando a Mazatlán. El registro de fundos se encontraba en San Ignacio, en la esquina de la calle actual Gabriel Leyva esquina con callejón del beso, frente al mercado y era atendida por Juan Blancarte.

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