>>> Uno de los rasgos de Don Sixto Osuna era su modestia radical, ya que prefería vivir con la soledad de su espíritu, acompañado de sus libros en su querido Villa Unión

 

>>>Según Oses Cole esta calle tuvo varios nombres en distintas secciones, como Farmacia y Morelos, finalmente por razones desconocidas se llamó Oro
Fotografía: Manuel Gómez Rubio y Amigos de Mazatlán
Texto: Joaquín López


La calle Sixto Osuna se ubica en el corazón del antiguo Mazatlán, esta se inicia en la esquina con Carnaval, muy cerca del Teatro Ángela Peralta y forma parte de la algarabía de la placita Machado para seguir su curso hasta terminar en Olas Altas. Esta calle, aunque corta en su trayecto, es evocativa en la memoria de todo mazatleco, ya que por más de un siglo, ha sido paso obligado rumbo al carnaval. Su trazo toca además la entrada de lo que fue el Patio Andaluz del hotel Belmar y el Club Deportivo Muralla, centros tradicionales de reunión en las fiestas locales, además de una larga lista de sucesos, como la fuga del Gitano y sus secuaces luego de haber dado muerte al gobernador Rodolfo T. Loaiza y otros que tuvieron la mala fortuna de interponerse en el camino.

Según Oses Cole esta calle tuvo varios nombres en distintas secciones, como Farmacia y Morelos, finalmente por razones desconocidas se llamó Oro, más no necesariamente porque por ahí haya pasado mucho oro, ya que la producción minera regional era principalmente plata e iba a parar a las bóvedas de la Casa Melchers que luego exportaba a Europa.

 

Pero… ¿quién era Sixto Osuna, llamado El “Patriarca de las letras sinaloenses”?: era un reconocido poeta en todo el país. Sabemos que vivió en Mocorito, Culiacán, Guadalajara, Ciudad de México y Chihuahua. Su obra anda todavía por ahí dispersa, y no existe a la fecha una biografía completa, pero sabemos que fue un poeta de calidad suprema. En sus propias palabras, pero refiriéndose a la obra de otro poeta contemporáneo suyo, podemos decir que la clase de ingenio que le perteneció estaba: “…al alcance solamente de la “élite” intelectual. El artista moderno no puede aspirar a la popularidad que hoy por hoy, se confunde con la vulgaridad. Federico Nietzche decía que se contentaba con dos lectores que tuviera en gran estima. Es demasiado orgullo quizás; pero con todo, esto da la medida del público a que debe aspirar un verdadero artista”.

Uno de los rasgos de Don Sixto era su modestia radical, ya que prefería vivir con la soledad de su espíritu acompañado de sus libros en su querido Villa Unión; en su poema “El provinciano”, abre una ventana que nos permite asomarnos a su espíritu y a su preferencia por la naturaleza y las cosas sencillas.

En Mocorito, la “Atenas de Sinaloa” don Sixto se desempeñó como secretario del prefecto Dr. Enrique González Martínez, alguna vez subsecretario de Educación Pública en México. 

En Mazatlán don Sixto fue director del periódico El Correo de la Tarde, decano de la prensa nacional, colaboró en el vocero literario “Bohemia Sinaloense” de Culiacán y en la revista Mosaico, de este puerto, esta última de elegante presentación y excelente contenido literario, tenía amplia circulación en el noroeste del país y utilizaba como atractivo en su portada retratos de las mazatlecas más bellas de la época.

Fue en 1920 y a través de esta revista que don Sixto convocó, a petición de la Cervecería del Pacífico, a un concurso estilo encuesta para la creación del eslogan que dicha empresa requería para contrarrestar la competencia de otras marcas de cerveza; regiomontana; de Toluca y Chihuahua que ya incursionaban en el estado, haciendo resentir sus ventas. El ganador del concurso fue un señor de Culiacán, quien seguramente en un viaje imaginario, dijo que en una entrevista que el Papa le había concedido en Roma, éste le dijo a manera de consejo: “hijo mío, no pruebes otra cerveza que no sea Pacífico y nada más” y desde entonces por alrededor de 80 años el lema de la cerveza local fue precisamente “Tome Cerveza Pacífico…Nada más”. El ganador obtuvo como premio a su imaginación una visita con gastos pagados a Mazatlán, donde celebró con los patrocinadores cerveceros y don Sixto su magnífica ocurrencia.

Don Sixto Osuna, cerró los ojos al mundo el 29 de abril de 1929, sus restos descansan en una modesta tumba en su natal Villa Unión, la cual porta una placa conmemorativa de “sus amigos periodistas”. A los pocos años de su muerte habría de imponérsele el nombre a la calle que anteriormente se llamó Oro.

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