La Independencia de México: Una Guerra Inconclusa…

“Ya sabéis el modo de ser libres; a vosotros toca el modo de poder ser felices”. dijo el entonces emperador de México Iturbide. Después del 27 de septiembre de 1810 cuando finalmente. El 27 de septiembre el Ejército Trigarante hizo su entrada en la capital del País, entre la alegría de la población y el 28 de septiembre se proclamó formalmente la independencia de México. Palabras llenas de esperanza pero al mismo tiempo de advertencia fueron las que pronunció Iturbide…

Esta guerra se desató influenciada por las ideas liberales que permeaban en Europa a finales de siglo XVIII, influenciando a los criollos Mexicanos, hijos de españoles nacidos en México, quienes decidieron habitar en un país libre, más justo y fuera de la tiranía colonizadora de España.

La riqueza en México se concentraba en pocas manos (que curioso, lo mismo ocurre en la actualidad, parece que no aprendemos las enseñanzas de la historia), eran 20,000 españoles y 10,000 criollos quienes constituían la élite de la Nueva España. Las cosas ahora siguen igual nada más que en lugar de puros españoles ahora son de distintas naciones. Y los criollos mucho menos.

Hacia 1800 había poco más de seis millones de habitantes. Los nativos, que no indios, eran un 60% (poco más de tres millones) los blancos, entre españoles y criollos, eran únicamente el 15% (un millón) y los mestizos y castas un 25% (millón y medio).

La independencia estaba programada para iniciar el 2 de octubre, pero el descubrimiento prematuro de la conspiración obligó al Cura Hidalgo a adelantarse. Desgraciadamente podríamos decir, pero acaso había otra opción en esos tiempos, optó por la insurrección abierta del populacho, aunque para ello tuvo que recurrir a excitar el odio de castas.

En esta lucha, el Cura Hidalgo enarbola el estandarte de Nuestra Señora de Guadalupe, agregando así, un ingrediente de fervor religioso a la consecución de un proyecto político.

Son recordados en estas fechas muchos héroes como por supuesto el Cura Hidalgo, que el 16 de septiembre de 1810 en el pueblo de Dolores, en Guanajuato, durante la madrugada instó al pueblo a un movimiento armado que es considerado como el inicio de una guerra que durante casi un década sacudió al país entero.

Morelos y su espíritu libertario en el sur del país, Doña Josefa Ortiz de Domínguez, mujer que participó activamente en la conspiración contra el yugo español, el general Allende y su gallardía, así como el arrojo de Aldama Jiménez que en la primera etapa de la lucha fueron fusilados junto al cura hidalgo y cortadas sus cabezas fueron expuestas al público en “La Alóndiga de Granaditas” (un gran almacén de granos) en Guanajuato.

Muchos son los nombres que se quedan en el anonimato, pero que sin duda aportaron sus esfuerzos para lograr la ansiada libertad.

El balance de siete años de guerra, y de las terribles atrocidades cometidas por ambos bandos, es de mas de 600,000 muertos (aproximadamente el 10% de la población), los campos fueron arrasados, las minas inundadas, el comercio estrangulado y el antes prospero Virreinato, fue sumido en la ruina.

Sin embargo el país resurgió, en años posteriores sufrió la amenaza de intervenciones extranjeras, tanto la francesa como la norteamericana en la que los mexicanos sacando fuerzas de lo más su interior, lograron salir airosos para la vergüenza de estas potencias.

Conforme los años fueron pasando, conmemorar solemnemente la lucha de independencia se volvió un acto popular lleno de colorido, de luces que en el cielo esparcen su color, a través de fuegos artificiales.

Entender este fervor es difícil para quien no es mexicano, es una especie de fiesta interna que nos hace llenar de los colores de la bandera las calles, colocar adornos luminosos con motivos patrios en los edificios públicos, comprar una banderita y el 16 de septiembre en la madrugada asistir a las plazas públicas y celebrar según la tradición de cada lugar, esta importante fecha.

Entonces emulando el grito de los independentistas volvemos a llenar el pecho de orgullo para exhalar con vehemencia un:

¡Vivan los héroes que nos dieron patria y gloria!

¡Viva la independencia de México!
¡Viva México!

Aunque para muchos las fiestas han perdido este sentido nacionalista, persiste en muchos el ánimo y la tradición de celebrar la independencia de México, aún cuando del extranjero provengan la mayoría de las empresas, la cultura que adoptan los jóvenes, el dinero de las inversiones que nos tienen sometidos a otro tipo de dominio, sobre todo el económico y en particular sometidos por una banca usurera y ratera.

En realidad, bajo el argumeno de la modernidad y de los mercados globales, hoy en día somos mucho menos independientes que en las épocas de la colonia. Que nos hagan creer otra cosa y nos la creamos, bueno esa es otra historia. 

Aún con ello, los mexicanos pueden sentirse libres y luchan por conservar la identidad y la dignidad con una recién democracia tan cuestionada y pobre como la “independencia” y miles de esperanzas para lograr la igualdad. Sueños pues.

Las fiestas patrias mexicanas están llenas de fervor patrio y candor, vivirlas plenamente forma parte de una tradición que corre ya por las venas de los nacidos en este gran país. Todo lo demás es una vil patraña.

VIVA MAZATLÁN… VIVA SINALOA… VIVA MEXICO…

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