El Cerro de la Nevería Mazatlán

>>> Finalmente, en octubre de 1931 se resolvió oficialmente la apertura de  una nueva vía de acceso que permitiera a mazatlecos y a visitantes fuereños disfrutar la vista panorámica que ofrece esa eminencia redonda

>>> El puente colocado sobre la ladera del Cerro de la Nevería que da hacia el Paseo Claussen es un extraño atractivo visual para propios y extraños

Fuentes: Archivo Municipal, Mazatlán Interactivo y Amigos de Mazatlán

El puente colocado sobre la ladera del Cerro de la Nevería que da hacia el Paseo Claussen es un extraño atractivo visual para propios y extraños. La foto del ayer nos muestra una construcción en medio de un entorno natural que no nos ofrece mayor posibilidades de explicación sobre su origen y utilidad.

La reconstrucción de su historia nos indica que ese puente era apenas una pequeña parte de un camino carretero que circundaba el Cerro de la Nevería. En su tiempo significó la cristalización de un viejo anhelo de los mazatlecos de varias generaciones. Por documentos localizados en el Archivo Histórico Municipal sabemos que, por lo menos desde 1895, se habían presentado proyectos para sustituir la vieja vereda de acceso a la cima de ese cerro por un verdadero paseo público que lo circundara hasta llegar a la cumbre. Finalmente, en octubre de 1931 se resolvió oficialmente su apertura. La Junta Federal de Mejoras Materiales construiría una nueva vía de acceso que permitiera a mazatlecos y a visitantes fuereños disfrutar la vista panorámica que ofrece esa eminencia redonda.

Sin embargo, como suele pasar con muchas obras públicas, luego de la toma de la decisión pasaron varios años antes de que se concluyeran los trabajos correspondientes. Los ingenieros Jesús G. Ortega y Emilio L. Ochoa fueron quienes proyectaron y dirigieron su construcción.
El 12 de junio de 1935 se inauguró, abriéndose al tránsito vehicular el puente y el túnel que se edificaron con el propósito explícito de embellecer ese paseo. En un extraño, pero oportuno,  homenaje el Paseo se llamó “General Juan Domínguez”. Este personaje enfrentaba una dura confrontación política a nivel nacional, como Gobernador del Territorio de la Baja California (de donde era nativo), justo en el tiempo en que se realizó el bautizo oficial de la rúa. Todo indica que este militar había tenido a su cargo la zona militar de Mazatlán algunos años atrás y probablemente contribuyó en la realización del Paseo, autorizando la participación de la tropa bajo su mando en las obras. Aunque también podría tratarse de un homenaje por haber tenido alguna intervención, no documentada, en la defensa del puerto contra los embates de la llamada “Revolución Escobarista”.

Contra lo que puede pensarse hoy día, el paseo podía realizarse en automóvil. El puente era muy estrecho y sólo podía transitarse en un sólo sentido a la vez. Claro, en aquellos años el número de autos no generaba congestionamiento vehicular aun en los momentos de mayor afluencia de visitantes. Un barandal de hierro fundido tubular, de estilo “decó”, servía como protección a los paseantes a lo largo del puente.

El ciclón de 1943 por los deslizamientos de piedras que ocasionó en aquél camino; y, en 1956, los trabajos de ampliación y pavimentación del Paseo Claussen, dejaron inutilizable el camino circundante de acceso al Cerro de la Nevería. Es probable que las dificultades para subir a este cerro y los altos costos que implicaba la introducción de servicios a esos terrenos retrasaran su fraccionamiento y venta para construcción de inmuebles. Sólo la ladera del norte empezó a poblarse por allá en los años cuarenta; claro además de la ladera oriental donde había nacido la ciudad.


Para cuando, en 1971, un decreto presidencial definió legalmente el estatus de las propiedades y permitió su utilización inmobiliaria ya el puente y el túnel apenas si quedaban como vestigios de lo que había sido un área recreativa a finales de la primera mitad del siglo XX.  Hoy, un cerco de púas y un muro levantado con paneles de “tablaroca” separan al puente del túnel, los dos elementos vistosos del original paseo sobre el Cerro de la Nevería.

En la Historia del Cerro de la Nevería

Respecto del Cerro de la Nevería, la más antigua mención que de él hemos encontrado consta en un oficio que le dirigió José Garibay desde la hoy Villa Unión a Pedro de Nava en donde le refería: “Por lo que respecta a este Puerto, dista de aquí nueve leguas hacia el poniente, con un cerro redondo de proporcionada altura, inmediato a la Barra de la Bahía, en tierra firme, y a orilla de la mar, cuyas aguas baten contra él; en su cumbre una Mesa, en que está formada media trinchera de piedra puesta a mano, dando frente a la mar para la observación de la tropa de la Vigía.

Al lado del Norte hay una playa de piedra suelta que circula por tierra firme demostrando una media luna hacia el Noroeste, por cuyo rumbo sigue el camino de la Costa de Guaymas.

En esta Ensenada, y a distancia de dos millas está una isla partida que corre de Norte a Sur nombrada del Venado, y a distancia de una milla de ésta hay otra también de Norte a Sur, aunque un poco colgada al Norte, nombrada del Armadillo, distante de tierra por el Noroeste un cuarto de legua; hacia el Sur y desde el Cerro de la Vigía, hay otra playa corta de arena limpia que remata contra otro cerro mayor que contiene las aguas del mar, siendo la entrada de las embarcaciones por este rumbo y su profundidad de 9” 8” hasta fondear en 7 brazas de agua, abrigados de la Isla del Venado y de los vientos Sudoeste, oeste, o es noroeste y norte.
De la citada Isla del Venado a la del Armadillo se reconocen 6 brazas de agua, y del Armadillo a tierra cuatro dichas. Como que el mencionado cerro en que está la Vigía tiene capacidad bastante para construir una pequeña fortaleza o batería de seis u ocho cañones para resguardarlo, será muy conveniente, por ser uno de los mejores puertos del Reino, municionándolo de pólvora y bala, y construyendo un pequeño almacén en que depositarla precautelada del fuego cuya citada fortificación infundiría el respeto necesario, habría con qué dar aviso a este pueblo con un tiro de cañón de cualquier novedad que se observase en la mar (ínterin llegaba el parte circunstanciado) serviría de seña a toda la tropa, para ponerse en movimiento y acudir al puesto de unión a incorporarse con sus oficiales y marchar unidos a contener la entrada del enemigo que no será difícil persuadirse a que lo intenten por aquí, en vista de haberlo ejecutado los piratas en el año de 1687, pues a la verdad me encuentro enteramente de los auxilios necesarios para las ocurrencias que pueden acontecer, máximo en las actuales circunstancias de guerra.

 

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